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an pasado 20 días de la huelga nacional de la CNTE, con la que se exige la abrogación de la Ley del Issste de 2007 para que se abandone el sistema de pensiones sometido a las Afore. En esta nueva oleada de lucha, el magisterio ha emprendido acciones por todo el país, desde la garita en Tijuana hasta los territorios del sureste, como Yucatán; no obstante, el epicentro del movimiento se instaló en los pasados días en el Zócalo de la Ciudad de México.
¿Quiénes son los maestros que han acampado en el Zócalo? Al contrario de lo que dicen algunos medios, no son docentes flojos, sino que suelen ser los más comprometidos, cuyo trabajo en las aulas está vinculado a proyectos educativos alternativos, comunitarios y de pedagogía crítica. Por su destacada labor docente, es común que los huelguistas cuenten con el apoyo de comités de padres de familia de sus escuelas o de las asambleas de las comunidades donde imparten clases.
En buena parte vienen de Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Zacatecas y, en menor medida, proceden de la ciudad y el estado de México. Numéricamente dominan los maestros de los estados, y entre éstos, los de comunidades rurales. Los maestros rurales laboran en condiciones de precariedad: en escuelas multigrado, duermen, comen y cohabitan con las comunidades rurales donde enseñan y con éstas padecen al crimen organizado.
Salta a la vista que buena parte de quienes acamparon en el Zócalo o Residencial Llanos del Magisterio
, son maestras rurales e indígenas de diversos estados y regiones de México. Estas trabajadoras de la educación son parte fundamental de la huelga de la CNTE, pero también prestan un importante servicio donde enseñan. Ahí se convierten en pieza fundamental de cohesión social, del despertar de la conciencia de clase y de la rebeldía contra la explotación, el extractivismo y otros tipos de opresión.
Las maestras rurales son una estirpe indómita que se enfrenta a los explotadores y ha participado en los procesos de transformación social. Por ejemplo, cuando el Estado mexicano implementó la llamada educación socialista
, ellas se enfrentaron a la agresión de los sectores conservadores y reaccionarios que las veían como peligro. Este episodio de la historia lo retrató la pintora comunista Aurora Reyes en su mural Atentado a las maestras rurales (1936), donde una maestra es arrastrada y golpeada con la culata de un rifle mientras sus alumnos, escondidos, observan la escena.
La labor social de las maestras rurales ha sido retratada en el cine. Por ejemplo, en la película Río Escondido (1948), dirigida por Emilio Fernández, en la que se expone el ejemplo de una maestra rural cuya labor social va más allá de la docencia, pues se convierte en catalizadora de la organización social y la rebeldía contra los caciques locales. El filme comienza con el recibimiento de los maestros por el presidente, quien les solicita su apoyo para la educación y transformación del país.
La maestra rural Rosaura (María Félix), pese a padecer una enfermedad cardiaca, decide cumplir su labor en el lejano pueblo de Río Escondido, en Coahuila. Ahí se enfrenta al cacique local llamado Regino, presidente municipal y terrateniente acostumbrado a imponer su autoridad por medio de la violencia. El resultado de este encuentro es la rebelión de la población indígena contra el cacique y sus pistoleros; sin embargo, el despertar del pueblo cuesta la vida de la maestra rural, quien cede ante la agudización de su mal cardiaco.
Pese a las limitaciones ideológicas y políticas del nacionalismo revolucionario en auge durante la época del Cine de Oro mexicano, Río Escondido transmite valores contrarios a la lógica del capitalismo, por ejemplo, la solidaridad, la reciprocidad, la empatía, la búsqueda del beneficio colectivo por sobre los intereses individuales, la justedad de la rebelión y la abnegación en la lucha por la justicia social.
La estirpe de las maestras rurales es universal; también ha estado presente en otros procesos de transformación social, como la revolución cubana y la revolución china, y sin duda en la revolución de octubre en Rusia y la construcción del socialismo en la URSS, como narra la película La maestra rural (1947), de Mark Donskoy, que retrata la vida de Barbara Vasilievna, quien decide dejar San Petersburgo (luego Leningrado) para irse a ejercer como docente en la lejana Siberia, y desde su labor docente participa en los grandes acontecimientos de la historia rusa, como la labor clandestina de los bolcheviques bajo el zarismo, el estallido de la Primera Guerra Mundial, la revolución socialista de octubre, la colectivización de las tierras y, finalmente, la Guerra Patria de la Unión Soviética contra el fascismo.
En La maestra rural el mejoramiento de las condiciones de la escuela, el creciente número de alumnos y su formación como profesionistas están asociados al fortalecimiento de la educación con el desarrollo del conjunto de la sociedad soviética y la politización de la comunidad. La película refleja que las maestras rurales fueron claves para la transmisión de la política de transformación social que guió la construcción socialista en la URSS para el desarrollo del hombre y la mujer nuevos.
Estas dos películas son un retrato de que, en México y la URSS –países donde, a inicios del siglo XX, hubo revoluciones– las maestras rurales fueron ejemplo del apostolado de la educación y la prédica de la transformación social, sembradoras de rebeldía y hacedoras de una nueva sociedad. Ambos filmes se pueden encontrar fácilmente en Internet.
Hoy, la estirpe de las maestras rurales sigue viva y es partícipe de la lucha por pensiones justas que permitan una vejez digna a los trabajadores de la educación y demás empleados al servicio del Estado. Esperemos que pronto las maestras rurales sean tratadas por el gobierno como en Río Escondido, que sean recibidas en la presidencia para que se atiendan sus demandas, y que por otra parte, no sean nuevamente agredidas como en el mural de Aurora Reyes.
*Historiador de la ENAH
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