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La Jornada: Maraña burocrática


V

arios investigadores de las universidades de los estados de Puebla y Tlaxcala me enviaron información relacionada con el artículo que publiqué el pasado 12 de mayo. En él referí la grave contaminación del río Atoyac y la presa Valsequillo. Data de hace más de medio siglo. Igualmente mencioné el programa que la presidenta Claudia Sheinbaum anunció para sanear dicho río y las cuencas hidraúlicas del país, la inmensa mayoría muy contaminadas. Pero no mencionó a Vasequillo como prioridad.

La información referida muestra cómo eran viables las propuestas de los especialistas para devolver la salud ambiental a esos dos cuerpos de agua. Fueron ingnoradas por las instancias responsables de llevarlas a cabo. Por ejemplo, en 1998, Ernesto Mangas, investigador de la Universidad Autónoma de Puebla, propuso instalar varias plantas de tratamiento en las desembocaduras de los ríos Atoyac, Alseseca y Chinguiños, que tributan a Valsequillo incontables desechos de poblaciones, campos agrícolas e industrias situadas en sus riberas. No se construyeron.

A la par, investigadores de esa universidad denunciaron que el agua de dicha presa, cuyo embalse mide 30 kilómetros cuadrados, no era apta para la agricultura. Sin embargo, se utilizaba en más de 30 mil hectáreas de cultivo. Mucho menos lo era, y es hoy, para consumo humano. Agregaron que el crecimiento desordenado de la ciudad de Puebla llevó a miles de familias a levantar sus precarias viviendas en las orillas de la presa,en la cual descargaban sus aguas negras por carecer de drenaje. Hoy sucede igual en muchos asentamientos humanos ribereños.

Varios estudios mostraron que el agua de Valsequillo y la de sus ríos tributarios, superaban los límites establecidos en materia de coliformes fecales (más de 4 mil veces lo que fija la norma), nitrógeno, demanda bioquímica de oxígeno, grasas y aceites. Ello afectaba a los pozos y norias de las que se abastecían 45 mil personas residentes en las riberas de la presa.

Las instancias oficiales prometieron sanear todas las aguas negras que se generan en los 4 mil kilómetros cuadrados de dichas cuencas y de la que hacen parte la ciudad de Puebla y otros 22 municipios, como San Martín Texmelucan, San Pedro Cholula, San Andrés Cholula, Huejotzingo, Cuautlancingo y Amozoc. Igualmente para 47 municipios de la entidad vecina, destacadamente Tlaxcala, Apizaco, Chiautempan, San Pablo del Monte, Zacatelco e Ixtacuitla de Matamoros. Las plantas de tratamiento que funcionaban en las márgenes de los ríos eran insuficientes para limpiar tanta agua contaminada. El problema sigue.

Hace 20 años las autoridades recibieron un proyecto integral de saneamiento,elaborado por un equipo técnico de primer nivel y que contó con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Entre otras cosas, lograría limpiar las aguas los ríos. Y en Valsequillo, controlar las descargas de los asentamientos irregulares cercanos y alentar un desarrollo socioeconómico de la región en beneficio de los más necesitados.

Una de las novedades de dicho proyecto era aprovechar la belleza natural del embalse y la majestuosidad de los volcanes cercanos, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, para establecer una infraestructura hotelera, marinas, áreas deportivas, restaurantes, comercios y zonas residenciales. La plusvalía generada permitiría crear miles de empleos locales y dotar de servicios a las zonas que carecían de lo elemental.

Pero ello exigía la participación de las instancias oficiales estatales, federales y locales, la iniciativa privada, la población que vive en las áreas que circundan el embalse, y del equipo técnico que preparó el proyecto, apoyado por el BID. Y para lo básico: regresar la salud ambiental a los ríos Atoyac, Alseseca y Chinguiños.

El proyecto contó inicialmente con el apoyo del gobernador poblano Melquiades Morales (1999-2005); lo heredó Mario Marín, El Góber Precioso. En su mandato afloraron los intereses privados que deseaban manejar en su provecho la iniciativa técnica. Luego se perdió en la maraña burocrática. Conviene rescatarlo para contribuir al propósito presidencial de, ahora sí, limpiar los ríos. Y, de paso, también la presa citada.



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