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La Jornada: Vamos para Salvador Allende


E

l nombre de Salvador Allende se encuentra intercalado en diversos topónimos mexicanos, ya que la figura del presidente chileno dejó una impronta profunda, tanto por sus relaciones con distintos grupos sociales, a saber, el gobierno federal, la Iglesia católica, universidades, sindicatos, movimientos estudiantiles y organizaciones políticas que optaron por emplazarlo en escuelas, colonias, auditorios y muchos otros sitios representativos para la memoria de la izquierda mexicana. El cantautor Óscar Chávez, tras la muerte de presidente chileno, le dedicó unos versos que dicen: Allende el hombre, tú regresarás en cada nombre. Y lejos de su patria chilena, Allende retornó en los ejidos mexicanos, que optaron por colocarlo en lo más preciado que puede tener la gente del campo, el apelativo con que designa a su territorio. Este artículo revisita las circunstancias por las que diversos campesinos mexicanos adoptaron a Salvador Allende para apuntalar sus solicitudes de dotación de tierras. De tal manera que hay localidades llamadas Salvador Allende, en Sonora, Nayarit, Durango, Veracruz, Chiapas y Tabasco; desde el desierto del río Colorado, en la frontera norte, hasta las selvas del sureste, los cuales pueden variar un poco en el apelativo: Salvador Allende, Nayarit, Presidente Salvador Allende, Durango, o Doctor Salvador Allende, en Sonora.

En el relato Voy para Salvador Allende, Eduardo Galeano ( Memoria del fuego, 1984), hace referencia al joven Carlos Rodríguez, quien era profesor recién egresado de la escuela normal aquella primavera de 1973. En Chile gobernaba la Unidad Popular y Tepic, la capital nayarita, también era dirigida por la izquierda. Un año antes, Alejandro Gascón Mercado obtuvo el triunfo en las elecciones municipales bajo el emblema rosa solferino del Partido Popular Socialista (PPS). El novel maestro fue asignado para realizar sus actividades docentes en la comunidad huichol de El Vicenteño (que se llamara así es mera coincidencia, si tomamos en cuenta que el dirigente histórico y fundador de PPS, Vicente Lombardo Toledano, había fallecido unos años antes).

Gascón Mercado fue de visita de trabajo a El Vicenteño, donde permaneció varios días en atención de las problemáticas de la localidad. Hablando de derecho al nombre, ordenó elaborar actas de nacimiento, en virtud que en las cercanías no existía oficina del Registro Civil y los pobladores carecían del documento más básico de identidad. En la reunión entre el alcalde y los wixárika, se planteó la necesidad de dotación de tierras para formar un ejido, acción agraria más allá de las facultades de un presidente municipal, no obstante, los solicitantes recibieron todo el apoyo y asesoría para proseguir su largo andar entre trámites burocráticos.

Gascón Mercado se significó no solamente en un gestor incansable, ya de la acción agraria o de la introducción de luz eléctrica a la región, sino como defensor de la cultura de los pueblos originarios y la promoción de iniciativas para proteger los lugares sagrados. Así también, en su actuación como munícipe, fue un promotor del pensamiento y la producción socialista, apoyó la instalación de tiendas de autoconsumo que expendían artículos de primera necesidad a precios bajos en un espíritu cooperativista y en vehículos del propio ayuntamiento se trasladaron las mercancías para el abasto. Es decir, se realizó un intenso trabajo político por parte del ayuntamiento de Tepic y, a partir del establecimiento de una sólida relación entre el PPS nayarita y la comunidad, se arribó al nombre de Salvador Allende.

Los siguientes pasos, gracias a la mediación de Gascón Mercado, se sucedieron con una velocidad un tanto inusual para el ritmo habitual de los procedimientos agrarios. Así, en abril de 1975, tras celebrarse asambleas previas, reuniones, censos y visitas de las autoridades los pobladores dirigieron formalmente la solicitud para erigir el ejido que llevaría por nombre Salvador Allende. El 28 de noviembre de 1975 estuvo listo el dictamen favorable para dotar a 44 beneficiarios y un poco más de 150 habitantes de una superficie ejidal de 760 hectáreas. La resolución presidencial fue publicada el 29 de septiembre de 1977 y ejecutada en agosto de 1978. El antropólogo Paul Liffman ha detallado la amplia relación del mundo ritual-agrario en la que se entrevera la sociedad wixárika que habita el ejido de Salvador Allende, ha registrado las fiestas y como entre los objetos sagrados del ritual; jícaras y ofrendas de maíz, hoy se coloca también la fotografía de Salvador Allende, parte del utillaje ceremonial y uno de sus patronos y ancestros de la comunidad en sus relaciones y vínculos con su tierra.

A Alejandro Gascón Mercado a 20 años de su partida.

* Museo Nacional de las Intervenciones



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