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La mentira histórica en el Canal del Congreso


E

s cierto que el Congreso de la Unión está sacando adelante las reformas por las que votamos los mexicanos el pasado 2 de junio, y que quienes encabezan a la mayoría legislativa que lo hace posible quedaron ahí para garantizar la unidad del movimiento (los señores derrotados en el proceso interno: Adán Augusto, Gerardo Rodolfo y Ricardo, además de Manuel, el gerente en turno del Verde). Pero también es cierto que me llenan de vergüenza, como militante de Morena, tres sainetes felizmente protagonizados por ellos: la burla que significó posponer hasta 2030 el fin del nepotismo electoral; la compra del voto del senador Miguel Ángel Yunes (¿no había ningún otro voto en venta, don Adán Augusto?) y la horrible fotografía que con el susodicho se tomaron Adán Augusto y Gerardo Rodolfo; y esta semana, lo que más allá de consideraciones jurídicas muchos vemos como el inaceptable cobijo al diputado Cuauhtémoc Blanco, incluidas las veladas amenazas a aquellas legisladoras de Morena que votaron contra el dictamen elaborado por quienes controlan las ­mayorías.

De ahí que realmente no me extrañó enterarme, este 10 de marzo, de que el sicofante Juan Miguel Zunzunegui (a quien desde 2012, en media docena de artículos, exhibimos en La Jornada como un mentiroso serial, un falsificador de la historia y un plagiario) es titular de un programa televisivo en el Canal del Congreso. A primera vista es absurdo: además de las falsedades y plagios mediante los cuales Zunzunegui inventa una historia elitista, racista y antipopular (su punto de partida es el que hemos mencionado en otros autores en textos anteriores: Cortés llegó a Mesoamérica para salvar a los indígenas y liberarlos de los salvajes y sanguinarios aztecas), este propagandista insulta en redes a la jefa del Estado mexicano, y ataca abiertamente con patrañas y calumnias nuestra política exterior. ¿Por qué un personaje así es contratado por un canal del Estado mexicano para dar lecciones de geopolítica y de historia?

Se lo preguntamos a la defensora de las audiencias, Gabriela Ortiz Padilla, quien nos respondió formalmente el 24 de marzo, diciendo que Zunzunegui se va a quedar como conductor de un programa en el Canal del Congreso, porque sus opiniones, posiciones o manifestaciones “NO pueden calificarse como ciertas o falsas, fundadas o infundadas… por lo que NO se advierte violación alguna de los derechos que tienen reconocidos las personas como audiencia en el Canal del Congreso” (todo esto en negritas y subrayado en el original). Se trata, pues, de uno de los argumentos centrales de los falsificadores de la historia: la posverdad. No hay verdad, por tanto no hay mentira, y es igual de válido decir que la tierra es plana o que los extraterrestres construyeron Chichén Itzá, como negarlo.

En el programa en cuestión, Zunzunegui presenta una versión panfletaria, esquemática, racista, anticomunista y rusofóbica de la guerra de Ucrania y, además, al hablar de la guerra eterna, omite cuidadosamente cualquier referencia a la guerra de Gaza y a los crímenes de lesa humanidad del Estado de Israel. Y por acá y allá asoman sus posiciones eurocéntricas, racistas y antimexicanas. Y así, vuelvo a preguntarme, ¿por qué Zunzunegui dirige un programa en un canal de televisión del Estado mexicano? La respuesta, meramente especulativa, estriba en que al parecer la dirección del Canal del ­Congreso es parte de otra negociación de los señores Adán Augusto, Gerardo Rodolfo, Ricardo y Manuel. En efecto, según la ­página oficial, el encargado del ­despacho de ese medio público es un ex ­senador y ex dirigente del PAN en Yucatán, que se pasó muy recientemente a las filas de Morena: Raúl Paz Alonzo. ­Revisando su ­formación escolar y sus discursos como legislador, no me extraña que le dé espacios a ­Zunzunegui: lo representa ­plenamente. ¿Le habrán cedido el Canal del Congreso como un espacio menor, así como se compró el voto de Yunes, o ­será que Adán Augusto, Gerardo Rodolfo, Ricardo y Manuel también suscriben la visión de la historia de ­Zunzunegui?

Es cosa menor, dirán algunos. Nadie ve ese canal, dirán otros. Para mí una cuestión de política de Estado: que Zunzunegui tenga espacios en medios públicos es aún más aberrante que los tuvieran en Canal 11 María Amparo Casar, Macario Schettino o José Antonio Crespo. Al Canal del Congreso le urge una Renata Turrent.



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