Desde hace décadas, Marte ha sido un espejo de nuestras ilusiones y sueños. Uno de sus misterios más célebres, el llamado «rostro humano», ha vuelto a captar la atención de la NASA. Con tecnología avanzada y nuevas imágenes, los científicos buscan comprender mejor cómo la naturaleza marciana creó esta curiosa ilusión.
La imagen que inició una leyenda marciana

El 25 de julio de 1976, la sonda Viking 1 capturó una fotografía que desató la imaginación del mundo entero: una meseta marciana cuya forma, gracias a las sombras, recordaba un rostro humano. Esta imagen fue uno de los primeros ejemplos claros de pareidolia en el espacio, fenómeno por el cual el cerebro humano tiende a identificar patrones familiares en formaciones aleatorias.
Lo que parecía un diseño inteligente no era más que un «mimetolito», una estructura rocosa modelada por procesos naturales como la erosión, la meteorización y el azar. La región de Cydonia, donde se ubica esta meseta, es conocida por su terreno accidentado, repleto de mesetas, cráteres y transiciones entre zonas altas y bajas.
Nuevas imágenes revelan los secretos de Cydonia

Casi medio siglo después, la cámara HiRISE de la sonda Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) ha vuelto a fotografiar el famoso rostro. Las nuevas imágenes, captadas en noviembre de 2023, ofrecen una resolución mucho mayor y detalles que antes eran imposibles de apreciar.
Gracias a dos tomas desde ángulos diferentes, los científicos de la Universidad de Arizona crearon un Modelo Digital del Terreno (DTM), una representación tridimensional precisa de la meseta. Estos modelos no solo son valiosos para la investigación, sino que también permiten recrear las condiciones de iluminación que dieron origen a la ilusión óptica.
La clave estuvo en el ángulo del sol

Al simular la posición del sol el 25 de julio de 1976, los investigadores descubrieron que la apariencia del «rostro» solo surge bajo una luz rasante, justo antes del atardecer. En otros momentos del día, la formación pierde su apariencia antropomórfica, demostrando que todo fue un efecto de iluminación momentáneo.
Además, los análisis sugieren que actividad glacial pasada habría moldeado la meseta y los valles a su alrededor, contribuyendo a la singular apariencia que fascinó al mundo. A pesar de la explicación científica, el «rostro de Marte» sigue siendo un recordatorio de cómo el universo estimula nuestra imaginación.
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