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La obra Ovillo ofrece una mirada conmovedora sobre la migración


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▲ Escena de la obra que se presenta de jueves a domingo en el Teatro El Granero.Foto cortesía del Inbal

De la Redacción

 

Periódico La Jornada
Viernes 16 de mayo de 2025, p. 8

La puesta en escena Ovillo, de la dramaturga Sonia Gregorio, entrelaza las historias de cuatro mujeres que viven los efectos de la migración. Inspirada en la historia familiar de la autora y en testimonios reales, la obra celebra la fortaleza de las protagonistas que resisten el abandono a través del arte y la colectividad.

El proyecto escénico, que comenzó temporada en el Teatro El Granero del Centro Cultural del Bosque, explora la migración desde la perspectiva de las mujeres que se quedan. Como los hilos que se reúnen en una madeja, la propuesta recoge ausencias, resistencias y vínculos tejidos a mano. Se trata de un relato profundamente humano contado por las actrices originarias de Oaxaca: Mayra Sérbulo, Liliana Alberto, Sonia Gregorio y Xochitl Franco.

Mirada íntima y sensible

Sonia Gregorio, quien también se inspiró en la labor de La Hormigas Bordadoras de San Francisco Tanivet, Oaxaca, construye una dramaturgia sobre madres, hermanas, esposas que habitan la ausencia de los hombres migrantes y que resisten a través de puntadas.

Mi hermano se fue a Estados Unidos hace 22 años. Esta obra tiene que ver con esa ausencia, con cómo la vive mi madre, cómo la he vivido yo. Además, soy bordadora. Trabajé en un taller de textiles donde conocí a Las Hormigas Bordadoras, mujeres que bordan como forma de vida, de lucha, de comunidad. Esa experiencia me marcó profundamente. Así nació esta obra, cuenta la autora y actriz.

La directora Mariana Gándara, quien conoció el texto mientras coordinaba la Cátedra Bergman, acompañó el montaje durante cinco semanas de ensayos intensivos con un elenco desplazado desde Oaxaca a la Ciudad de México.

El reto era estar a la altura de lo que el texto proponía: una mirada íntima y sensible sobre la migración, pero no desde quienes se van, sino desde quienes se quedan. Y eso casi no se representa. Los pueblos cambian cuando se vacían de hombres. Quedan las mujeres, los niños, los viejos. Y ellas sostienen todo, explica Gándara. La obra propone también un ejercicio de autorepresentación: no hablar por las mujeres indígenas, sino crear el espacio para que ellas hablen desde el escenario, añade.

Entrelaza emociones, memorias y cotidianidad

Liliana Alberto, quien interpreta a Meche –una mujer que, tras siete años de silencio, recibe una llamada de su marido desde el norte– se refirió al reto de habitar otra geografía. Vivo en Oaxaca y venirme a la Ciudad de México fue un cambio fuerte. No estoy acostumbrada al ritmo de acá, pero ha sido un proceso gozoso. Estas historias se parecen mucho a las de nuestros pueblos. Es importante contarlas desde ahí.

Como un ovillo que se desenreda y se vuelve a formar, la obra entrelaza emociones, memorias y actos cotidianos como el bordado, que en escena se transforma en gesto de resistencia. Un ovillo –esa bola que se forma al devanar hilo de lino, algodón, lana o seda– es también metáfora del modo en que las mujeres urden la vida: hilan ausencias y sostienen el tejido comunitario con cada puntada.

Al final de la puesta en escena participa la Banda Mixanteña de Santa Cecilia, que aporta un cierre con sabor a fiesta oaxaqueña para brindar por las ausencias de los que se fueron y la soledad de las que se quedan.

En el contexto del Año de la Mujer Indígena, Ovillo se presenta los jueves y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 horas y domingos a las 18 horas. Las funciones concluyen el 22 de junio en el Teatro El Granero Xavier Rojas del CCB (Paseo de la Reforma y Campo Marte, atrás del Auditorio Nacional).



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