El 12 de abril es una fecha muy especial para la historia de la humanidad. En ese día, pero en el año 1961, el astronauta soviético Yuri Gagarin se convirtió en el primer ser humano en viajar al espacio. Es por ello que, cada año, se celebra el Día Internacional de los Vuelos Espaciales Tripulados, como una forma de homenajear ese hito que exploró lo desconocido. No obstante, lo que no muchos recuerdan, es que mucho antes de que un ser humano tomara el mando de una nave, otro ser vivo ya había emprendido un viaje fuera de la Tierra.
Pero la protagonista de esta historia no llevaba ni traje espacial ni caso, sino que un simple arnés alrededor de su tronco. No era una astronauta, sino una perrita callejera de Moscú que, sin siquiera saberlo, se convirtió en pionera de la exploración espacial: Laika. Su historia conmovedora, aunque algo trágica, marcó un antes y un después en la conquista del Espacio. Te contamos cinco cosas que quizás no conozcas sobre esta historia.
LAIKA NO FUE LA ÚNICA CANDIDATA
Antes de ser seleccionada para esta hazaña, Laika compitió con otros dos perros callejeros: Albina y Mushka. La razón de que los científicos soviéticos eligiera perros callejeros es porque pensaban que, al vivir a la intemperie, estos estarían más acostumbrados a sobrevivir en condiciones más extremas, como el frío o el hambre.
Albina, una de las candidatas, ya había participado en vuelos de prueba a gran altitud por lo que, debido a esa experiencia, se la consideraba favorita. Mushka, en cambio, era utilizada para probar el equipo y la cabina del Sputnik 2. Pero finalmente, fue Laika la elegida por su temperamento tranquilo y su capacidad para adaptarse rápidamente a los entrenamientos, que incluían pasar largos períodos en espacios reducidos y soportar vibraciones y ruidos fuertes.
EL SPUTNIK 2 NO ESTABA DISEÑADO PARA REGRESAR A LA TIERRA
Hoy en día, cuando pensamos en misiones espaciales, asumimos que los astronautas vuelven a casa. Pero en 1957, cuando Laika fue lanzada al espacio a bordo del Sputnik 2, la tecnología de reentrada todavía no estaba desarrollada para naves tripuladas.
De hecho, desde el inicio, los científicos sabían que Laika no sobreviviría al viaje. Su misión era, esencialmente, un experimento para ver si un ser vivo podría soportar las condiciones del espacio. Por ello, la cabina del Sputnik 2 estaba equipada con sistemas de soporte vital para mantenerla con oxígeno y alimento, pero no había forma de traerla de vuelta. Era, en pocas palabras, una viajera sin regreso.


Laika en una cápsula de entreno, pervio a la misión.
LAIKA MURIÓ ANTES DE LO PREVISTO
Cuando la noticia del lanzamiento se hizo pública, los informes oficiales afirmaban que Laika había sobrevivido en órbita durante varios días. No obstante, varios años después, cuando salió a luz la verdad, se descubrió que lo ocurrido había sido muy diferente.
Todo apunta a que Laika falleció entre cinco y siete horas después del despegue debido a una combinación de sobrecalentamiento y estrés. Parece que, problemas con el control término de la nave hicieron que la temperatura dentro de la cabina subiera de forma repentina, provocando un golpe de calor con un trágico desenlace. Así, aunque su historia siempre estuvo rodeada de un halo de heroísmo, la verdad es que su viaje fue algo más corto y angustiante de lo que se había comunicado en un principio.
SU MISIÓN FUE CLAVE PARA LOS VIAJES ESPACIALES
No obstante, a pesar del trágico desenlace, la misión de Laika sí proporcionó información valiosa para el desarrollo de los vuelos tripulados. Su viaje demostró que un organismo vivo podía sobrevivir al lanzamiento y a la ingravidez, al menos por un tiempo, lo que abrió las puertas a la investigación de las misiones espaciales con humanos.


Lanzamiento del Sputnik 2.
Gracias a lo aprendido con Laika, los científicos soviéticos pudieron mejorar los sistemas de soporte vital y desarrollar tecnología para traer de vuelta a los astronautas. Y así fue: solo cuatro años después de su vuelo, Yuri Gagarin logró completar una órbita alrededor de la Tierra y regresar sano y salvo, en parte gracias a los datos obtenidos del sacrificio de Laika.
HOMENAJES HASTA 50 AÑOS DESPUÉS
Durante muchos años, la historia de Laika fue contada como un verdadero hito científico, pero con el paso de los años, también se le fue reconociendo su sacrifico. Por ejemplo, en 2008, casi 50 años después de que abandonase la superficie terrestre, Rusia inauguró un monumento en su honor cerca del Centro de Entrenamiento de Cosmonautas en Moscú. La estatua muestra a Laika de pie sobre un cohete, mirando hacia el cielo.
Además, su historia ha sido recordada numerosas veces en libros, películas y canciones. Incluso, su nombre ha sido inmortalizado en un asteroide y en varias referencias dentro de la cultura popular. Así, aunque su destino fue trágico, la historia de Laika ha permanecido viva en la exploración espacial y en la memoria de la sociedad.
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