C
omo sabemos, Robert Francis Prevost, obispo cardenal de Chiclayo, eligió el nombre que lleva como pontífice de la Iglesia católica en recuerdo y referencia al papa León XIII, quien encabezó la Iglesia de 1878 a 1903. Quiero recordar por qué eligió ese nombre, como hizo Bernardo Barranco en estas páginas hace unos días.
La razón central es la encíclica (carta pastoral oficial de un papa a los católicos) Rerum novarum (15/5/1891) y que hasta 1931 fue la doctrina oficial de la Iglesia sobre la cuestión social
, como llamaba la curia católica a los problemas de pobreza económica y moral
, injusticia y desigualdad generados por el capitalismo. La encíclica era resultado de muchos años de reflexión de los sacerdotes y militantes católicos, que desde la segunda mitad del siglo XVIII y sobre todo a lo largo del XIX habían tratado de oponerse a la secularización de la sociedad, y que en sus luchas contra el liberalismo
habían fracasado en casi todos lados.
Rerum novarum tocaba tres puntos básicos: la cuestión social
y la errada
propuesta de los socialistas para solucionarla; la necesaria intervención de la Iglesia y el Estado para solucionar el problema; y el papel que los trabajadores y sus organizaciones debían tener en ello. Sobre el socialismo persistía la condena pontificia, pero no con la virulencia del anterior papa, Pío IX. Sobre la organización, León XIII aprobaba las asociaciones mixtas de patronos y obreros –mutualidades y patronatos–, pero también, lo que fue escándalo entre los conservadores y católicos tradicionalistas, las integradas exclusivamente por trabajadores.
En la raíz de esta novedad estaba la concepción corporativa del papa (basada en el pensamiento de santo Tomás de Aquino), quien pensaba que si debía solucionarse de hecho y en todos lados la cuestión social
, era necesario promover la agrupación corporativa, autónoma aunque interdependiente, de los integrantes del cuerpo social. Surgió entonces la democracia cristiana
, todavía no con la idea de construir partidos, sino viendo en los grupos populares el fundamento y finalidad de la acción social. Había que construir una sociedad que tuviera como cimiento la fe católica y como pilares la justicia y la caridad. Las herramientas para construir esa sociedad serían los sindicatos católicos, la activa participación en la política y el impulso de reformas parlamentarias a favor del cooperativismo y el corporativismo, así como leyes que reglamentaran las relaciones entre capital y trabajo.
En México, los católicos que seguían anclados a la tradición conservadora, y los obispos que justo por entonces estaban en tratos con Porfirio Díaz para llegar a un entendimiento, recibieron con recelo la carta papal: la consideraron ajena a la realidad mexicana, donde, según ellos, era inconcebible el socialismo y donde no se había suscitado, ni se suscitaría la cuestión social
. En general, los obispos, temerosos de sus efectos cuando empezaban a acercarse al régimen, se abstuvieron de comentarla y difundirla, por lo que según Miguel Palomar y Vizcarra, no fue realmente conocida por los católicos sino hasta 1906.
Hubo excepciones: la más conocida la del obispo de Oaxaca, Eulogio Gillow, muy amigo del presidente y uno de los principales gestores de la conciliación del gobierno con la Iglesia. Gillow impulsó la doctrina social y la lectura de la encíclica, y fue en Oaxaca un árbitro entre trabajadores y patrones. Hay quien sugiere que una de las razones de la escasa fuerza de la revolución en ese estado se debe en parte a que la labor del obispo y las organizaciones por él impulsadas, hicieron relativamente más suaves las condiciones laborales que en otros estados.
En todo el país fueron surgiendo agrupaciones conforme a la encíclica. Podemos entender sus demandas por el pliego que publicó en 1907 la convención nacional de la Unión de Caldereros Mexicanos (caldereros del ferrocarril): igual salario para igual trabajo, sin distinción de nacionalidad (artículos 1 y 13); jornada de ocho horas, la jornada extraordinaria no debía rebasar 14 horas (2 y 5); descanso dominical (3); prohibición del trabajo infantil (4); salario suficiente para vivir decentemente
(6); educación del obrero y fomento del patriotismo: eran católicos pero también juaristas (7 y 15); indemnizaciones por accidentes (XVI); combate al alcoholismo (XVII), además de que empezaban a politizarse y a hablar abiertamente del derecho de huelga:
8. La convención procurará la unificación de los gremios de la República, considerándose independientes entre sí y trabajando en mancomún por el bien general.
9. La convención cree y trabajará por que las clases obreras tengan representantes genuinos de ellas en las cámaras legislativas de los estados de la Unión.
10. La convención reconocerá el arbitraje como uno de los mejores medios para arreglar las dificultades entre el capital y el trabajo; en casos ofrecidos, se nombrarán árbitros por ambas partes, a su satisfacción.
11. La convención cree que las huelgas, en general, han sido provocadas por desmedida ambición del capital, viéndose obligados los gremios a declararlas como último recurso y por instinto de conservación.
¿Cómo actuaban en la práctica? Veamos el ejemplo de Chihuahua, donde las asociaciones católicas se sumaron a la revolución, primero con Madero y luego con Pancho Villa: https://acortar.link/nkWOQi
Deja una respuesta