Por Armando Núñez Bautista
Normalmente la sociedad suele asociar a un líder con una persona que tiene autoridad, confianza en sí misma y la capacidad de guiar a otros hacia un objetivo común. Se le percibe como alguien carismático, con habilidades de comunicación, visión clara y responsabilidad sobre su equipo. Sin embargo, el liderazgo auténtico va más allá de reunir estas cualidades. El liderazgo implica hacerse cargo de un situación determinada, escuchando el llamado, cruzando el umbral y cumpliendo las ocho condiciones necesarias para que el liderazgo surja de ti como expresión natural de ti mismo, en tu forma de ser y actuar, incluso a pesar de ti mismo, y así residirás en una realidad nueva.
Primero que nada, para poder entender el liderazgo debemos de entender las dos realidades del liderazgo, y para esto me gustaría que te preguntaras ¿cómo vives tu vida?, ¿viéndola, entendiéndola, conceptualmente? o ¿viviéndola, experimentándola, disfrutándola?. En otras palabras, entendiendo la vida o viviendo la vida. Pues bien, la primera realidad del liderazgo es la epistemológica o desde las gradas, que es una representación simbólica en el cerebro. La segunda realidad es el liderazgo ontológico o desde la cancha, que representa lo que ocurre allá afuera, en la cancha, mi experiencia y cómo ocurren los fenómenos.
Pues bien, el liderazgo se debe de vivir en la cancha, como se ilustra en este dicho, “a nadar se aprende nadando”, es muy difícil aprender a nadar en los libros, y por tanto, saber de natación no hace a nadie nadador. Lo mismo ocurre con el liderazgo, saber de liderazgo no hace a nadie líder. Ahora bien, ¿cuáles son estas ocho condiciones necesarias de posibilidad para que el liderazgo surja?

Foto: Diagrama creado por Armando Núñez Bautista
Mi intención
Para poder ejercer el liderazgo lo primero que debes de hacer es escuchar el llamado, y para lograrlo debes preguntarte ¿qué, o quién te gobierna?, ¿tienes acceso a gobernar tu forma de ser, tu forma de actuar? La realidad es que quien te gobierna es el contexto que siempre te usa, tú lo puedes cambiar, pero siempre te usa. Para esto debemos de definir al contexto como la forma en que ocurren para mí las circunstancias. Ahora bien, sabiendo entonces que mi contexto me usa, el líder debe de evitar actuar en su contexto reactivo impulsado por sus emociones y sustituirlo por un contexto creado, apalancado de las circunstancias, creando un contexto que nos use para el desempeño extraordinario mío y de los demás.
Escuchar auténtico
Esta es una condición clave para un líder, el escuchar auténtico va más allá de simplemente oír a la persona, es evitar esos pensamientos internos que tengo en mi mente como: “todo lo que dice el otro ya lo sé”, “todo lo que me va a decir es verdad o mentira”, “no sabe”, etc. La clave del escuchar auténtico es no juzgar, ser el otro, vivir la experiencia que me relatan exactamente como el otro la vive, callo y escucho, realmente quiero que al otro le vaya muy bien, pero no le digo nada de nada.
Mi presencia
Un líder debe estar presente siempre haciendo lo que se requiere, siempre, todo yo, aquí yo, y haciendo lo requerido, para entrar en resonancia con lo otro. ¿Y cómo lograr que te guste lo que se requiere? Por medio de tres ideas, hacer extraordinariamente lo que se requiere, entregarte plenamente todo tú a lo que se requiere y proponerte que el propósito de hacer lo que se requiere es de gran importancia también para ti. ¿Y tu felicidad, depende de otros? Tú la decides, no depende de nadie ni de nada más que de ti.
Mi integridad
La integridad es honrar mi palabra, es mi conducta con rectitud de intención siempre. Un líder debe aprender a distinguir los momentos de la integridad, primero el momento en que me comprometo y segundo el momento en que tengo que cumplir, pues para honrar mi palabra debo cumplir o compensar con creces al no haber cumplido, pues cuando no cumplo, me vuelvo esclavo de mi no desempeño.
Mi Inclusión
La inclusión en un líder implica asegurarme que al otro le vaya bien, siempre, pero ¿cómo? Se requieren dos acciones fundamentales: la solidaridad, a través de la colaboración mutua entre personas en el marco de igualdad, estabilizando al otro; y la subsidiariedad, es decir, que el otro pueda, eventualmente, valerse por sí mismo y que no dependa de nosotros.
Mi Intervención – ¿Por quién?
Mi intervención como líder es entender que yo soy causa de lo que ocurra, y por tanto debo asegurarme que siempre lo que tiene que ocurrir ocurra. Y ¿cómo hacemos intervención? Creando comunidad, tu rol nunca es sólo hacer las cosas, tu rol es hacer que lo que se requiera, ocurra, creando comunidad. Entendiendo comunidad como un conjunto de personas colaborando para un propósito.
Mi Autenticidad – ¿Quién soy?
Un líder es auténtico cuando decide libremente ser las tres condiciones necesarias ‘in’ para el liderazgo. Autenticidad = integridad + inclusión + intervención. Es decir, elijo libremente que mi contexto, que me usa, sean las tres condiciones necesarias ‘in’, me entrego a ellas y soy en plenitud estas tres condiciones necesarias. Es cuando verdaderamente respondo a la pregunta ¿quién soy?, ¿me gobierna mi pasado?, ¿cuál es mi incomodidad que me impide avanzar?
Mi trascendencia – ¿Para qué?
Debo de asegurarme que mi forma de ser y actuar (mi entrega) esté siempre siendo otorgada por algo más grande que yo mismo. Con una visión de futuro colaborativamente creada que hoy ya vemos. Y bajo el sentido de crear un mundo mejor, mi mundo.
El camino hacia un liderazgo auténtico no es fácil; exige esfuerzo constante y compromiso. No obstante, si alcanzar logros individuales ya resulta gratificante, aún mayor es la satisfacción de impulsar a otros, empoderando nuevos líderes y creando un ciclo de crecimiento continuo. Esa es, sin duda, la recompensa más valiosa. Te invito a que escuches el llamado y te atrevas a cruzar el umbral.
Referencia
Perelman, C. (2025). Liderazgo ontológico. Universidad Panamericana.
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