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Los maromeros, una obra sobre lo humano en tiempos de extravío


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▲ Desde los callejones de la ciudad hasta los parajes remotos del sur, los personajes recorren un camino en espiral, como el de los maromeros, danzantes que retan al vértigo con una cuerda.Foto cortesía de Pili Pala

Daniel López Aguilar

 

Periódico La Jornada
Lunes 12 de mayo de 2025, p. 7

Hay etapas en la vida en que todo parece desmoronarse: el amor, el cuerpo, la voz, la certeza. Esa grieta, ese colapso íntimo y feroz, puede convertirse en abismo o en umbral. Para la dramaturga y directora Verónica Musalem, fue lo segundo.

De esa vivencia surgió Los maromeros, proyecto que la llevó de vuelta a la sierra de Oaxaca y a un profundo recorrido interior. La puesta en escena se presenta en el Teatro Salvador Novo del Centro Nacional de las Artes (Cenart).

Fue muy difícil transformar ese dolor. Tardé dos años en escribirla. Era una crisis personal, sí, pero también un duelo que podía ser de cualquiera: hombre o mujer, aquí o en cualquier parte del mundo, explicó Musalem en entrevista con La Jornada.

Se trata de un relato íntimo, pero a la vez de un viaje que parte del colapso y llega al rencuentro con lo esencial. Una obra sobre mujeres, pero también sobre lo humano en tiempos de extravío. El teatro no es una representación: es una vivencia.

Musalem comentó que desde el principio concibió el proyecto como un laboratorio teatral, un espacio de creación compartida entre actores, equipo y público.

La música original de Alberto Santiago late como un corazón oculto; los movimientos trazados por Cinthia Patiño imprimen una cadencia precisa; la iluminación y la escenografía de Alain Kerriou dibujan el mapa de una mujer en fuga, y los vestuarios diseñados por Edyta Rzewuska oscilan entre el sueño y la Tierra.

Elena, la protagonista, se encuentra al límite cuando conoce a una joven enigmática en un bar del Centro Histórico. Juntas emprenden una travesía que entrelaza lo urbano con lo ancestral, lo tangible con lo imaginario.

Desde los callejones de la ciudad hasta los parajes remotos del sur, recorren un camino en espiral, como el de los maromeros, danzantes que retan al vértigo con una cuerda y un tambor. Buscan respuestas que duelen.

El México urbano también tiene sus delirios, comentó Verónica Musalem. “Pero la sierra… la sierra respira distinto. Es una presencia viva. Allí se cruzan lo cotidiano y lo invisible; es tierra de batallas, pero también de abrigo”.

Los maromeros es la tercera pieza de una trilogía que comenzó con Los caminantes y Los errantes o ese amor, textos que han circulado dentro y fuera del país. Aun así, este montaje establece un lazo más entrañado con ese entorno, no como paisaje, sino como voz.

Mirar el presente desde lo profundo

Cuando era niña, mi abuela me llevaba a la sierra. Allí escuchábamos relatos que provenían de la memoria de las personas, no de libros. Esa cadencia impregna la trama y ofrece una manera de mirar el presente desde lo profundo, recordó la autora.

“Es una propuesta feminista porque se atreve a mirar donde suele guardarse silencio: en lo que atraviesan muchas mujeres de mediana edad mientras afuera se impone la prisa, la juventud y la obediencia.

La protagonista cae, pero también se levanta, y al hacerlo, celebra, nombra, recuerda. En escena hay bares, hay fiesta, hay ritual. Todo eso que hoy tantas mujeres estamos diciendo sin pedir permiso.

El montaje reúne a Gabriela Núñez, Gastón Yanes, Aleyda Gallardo, Luis Ernesto Verdín, Ginés Cruz, Ana Corti y David Sicars.

Con más de 30 años de trayectoria, Verónica Musalem sigue explorando nuevos caminos desde la escritura. Su trabajo ha cruzado géneros y geografías, pero mantiene un enfoque claro: el lenguaje que nace del cuerpo.

Ya no me siento frágil al dirigir. Escucho distinto. Confío más. Y eso cambia lo que sucede frente al espectador. El teatro es mi forma de continuar preguntándome, de seguir abriendo puertas hacia lo que aún no entiendo del ser humano. Cada obra, cada dirección, es un acto de redescubrimiento.

Los maromeros, recomendada para mayores de 14 años, tiene funciones jueves, viernes y sábados a las 19 horas, y domingos a las 18 horas, en el Cenart (Río Churubusco 79, colonia Country Club Churubusco). El boleto cuesta 150 pesos y la temporada concluye el 7 de junio.



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