A una semana de la elección del Poder Judicial, la oposición se embarca en una tentativa postrera: no desea, con su voto, legitimar la elección. A renglón seguido y arropados en su arrogante postura de opinócratas, incitan a no votar a sus seguidores. Las numerosas etapas del proceso reformador que se fueron sucediendo, paso a paso, durante meses de acaloradas disputas, parece que, sus continuos fracasos no mellaron su entusiasmo. La reforma judicial, necios señores, ya está por demás legitimada: inscrita en la Constitución. Es una ley aprobada por la mayoría calificada del Congreso mexicano y un abrumador apoyo ciudadano. No requiere de su aportación para quedar, como quedó, asentada en la historia de la actualidad. El día domingo venidero sólo se constatará la, ya bien expresada (ver encuestas), voluntad ciudadana.
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