La sucesión de dichos y acciones del presidente estadunidense y su gobierno hacia el mexicano y, en particular a la doctora Claudia Sheinbaum, se han multiplicado en tiempos recientes. Unos de esos dichos describen una Presidenta miedosa ante los cárteles de la droga mexicanos. Esa afirmación o, mejor dicho, conveniente mentira, no se atenúa al decir, a renglón seguido, que siente respeto y hasta afecto por ella. El revuelo difusivo causado por las palabras del magnate mereció atildada precisión por parte de la señalada mandataria, durante la mañanera siguiente. Al mismo tiempo, la crítica opositora propia –aunada a sujetos entreguistas– no perdió oportunidad para usar lo dicho en su demérito. El miedo se hizo, de compulsiva manera, extensivo a la pasada política que caricaturizan, con fruición negativa, con la frase “abrazos no balazos” Varios fueron los días de exposición pública de esta especie, hasta que el siguiente suceso desplazó el regocijo especulativo conservador. Los feroces y repetitivos analistas críticos no olvidaron, como va siendo costumbre, de extender la inercia difusiva hacia afirmar como realidad la captura del crimen organizado de grandes zonas del país. Justo el complemento que pretende, el intervencionista Trump, dejar sentado frente a su audiencia de apoyo.
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