E
l Día de las Madres es siempre oportunidad para reconocer la demanda de atención que exige la condición de ser madre, cuando 90 por ciento de ellas realizan trabajo doméstico y de cuidados, el cual combinan con labor remunerada en la mitad de los casos.
Del total de mexicanas, 68 por ciento ejerce la maternidad desde una gran diversidad de condiciones: 74.4 por ciento son casadas o unidas; 7.3 por ciento son madres solteras (cerca de 2 millones); 15.3 por ciento están separadas o divorciadas (casi 4 millones), y 3 por ciento son viudas.
La proporción de mamás es mayor en las comunidades de población indígena y afrodescendiente: 69 por ciento de las indígenas y afromexicanas son madres y 77 por ciento de las hablantes de lengua indígena ya lo son ¡ocho puntos porcentuales más que las mujeres indígenas que no hablan las lenguas originarias! Las diferencias tienen que ver con el menor acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, a la educación superior y al empleo remunerado.
Las entidades con mayor porcentaje de madres son en Guerrero, Chiapas y Zacatecas, donde poco más de 70 por ciento son mamás. En contraste, los estados con menor proporción de mamás son: la Ciudad de México, donde son madres 56 por ciento, cerca de la mitad de las capitalinas, 62 por ciento en Jalisco, 63 por ciento de las neolonesas ejercen la maternidad.
Las mexicanas tienen menos hijos que antes. Un pronunciado descenso en las tasas de fecundidad ocurrió en estos años, tanto en las áreas urbanas como en las rurales e indígenas. Las mexicanas tienen 1.7 hijos en promedio en el país, con grandes contrastes: 0.9 hijos en promedio tienen las madres de la Ciudad de México, y 2.3 hijos, las de Chiapas, Zacatecas y Guerrero; 2.1 hijos en promedio tienen las indígenas, y las que hablan lengua tienen 2.5 hijos en promedio.
Un crecimiento moderado de la población y la baja tasa de fecundidad es una oportunidad para impulsar la economía en cualquier país.
En México ya no es necesario reducir la fecundidad; 74 por ciento de las mexicanas no tienen hijos y no tiene intención de embarazarse. Sin embargo, el arranque de la maternidad sigue ocurriendo a una edad muy temprana, más de 300 mil nacimientos son de madres menores de 19 años (2023), situación que detiene su movilidad social, se acompaña de menores niveles de escolaridad y de otras limitaciones graves tanto para el presente de niñas y adolescentes como para el bienestar en los siguientes ciclos de su vida.
Son expresiones de la desigualdad la proporción de madres adolescentes es mayor entre indígenas, entre las que hablan alguna lengua originaria la tasa alcanza cerca de 80 nacimientos por cada mil adolescentes (menores de 19 años), es una tasa inadmisible, no es justo que sean las indígenas las que tengan menos oportunidades de crecimiento y autonomía.
Justo en este año declarado como el Año de la Mujer Indígena por nuestra presidenta, la doctora Claudia Sheinbaum, y en el marco del Día de las Madres, se están enfocando múltiples programas para superar las condiciones de dependencia y desigualdad: desde la Secretaría de Gobernación se coordina la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo de Adolescentes (Enapea) con el secretariado técnico de la Secretaría de las Mujeres se articulan programas estratégicos (secretarías de Salud, Educación Pública, Bienestar, Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes, Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, Instituto Mexicano del Seguro Social, Instituto Mexicano de la Juventud, etcétera); contribuyen a retrasar la edad del nacimiento del primer hijo las más de 11 millones de becas, la ampliacion de planteles de educación media superior, el fortalecimiento de contenidos de educación sexual y la promoción de los derechos en planes de estudio y libros de texto de la Nueva Escuela Mexicana; el sector salud ha venido ampliando los servicios amigables para adolescentes, se apoya a madres solteras y separadas, a jefas de familia que estén estudiando en el nivel superior, técnico o de posgrado, a madres trabajadoras, a madres y padres solteros o tutores en situación vulnerable que cuidan a menores de hasta seis años, y más.
Para aterrizar las acciones, en cada una de las entidades federativas hay un Grupo Estatal para la Prevención del Embarazo de Adolescentes (Gepea).
Se han alcanzado éxitos importantes: hace seis años la tasa de fecundidad de adolescentes (de 15 a 19 años) era de 72 nacimientos por cada mil adolescentes, y en el último lustro se logró reducir 30 por ciento. Actualmente ocurren 51 nacimientos por cada mil adolescentes (de 15 a 19 años) en el país, 55 por cada mil adolescentes afromexicanas, 68 por cada mil adolescentes indígenas, y 83 nacimientos por cada mil adolescentes de habla indígena. Además, es necesario erradicar la maternidad de las niñas, gran parte de ellas son resultado de matrimonios arreglados y de uniones forzadas que permanecen como prácticas patriarcales milenarias. Hace seis años se registraron 10 mil 500 nacimientos en madres de 10 a 14 años, y en 2023 el número descendió 21 por ciento, al registrarse 8 mil 818 niñas madres menores de 14 años, la mayoría están en Chiapas, Guerrero y Tabasco (cifras redondeadas a partir de resultados de: Inegi, Censo de Población y Vivienda 2020; Conapo, Proyecciones de Población 2020-2070; Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid), 2023; Secretaría de Salud, Registros Administrativos de Natalidad, 1990-2022 y Subsistema de Información sobre Nacimientos, 2008-2023).
Los servidores públicos estamos obligados a impulsar el bienestar y la autonomía de todas las madres, sean niñas, adolescentes o adultas, y a dar prioridad a quienes la experimentan en condiciones de mayor vulnerabilidad.
* Secretaria técnica del Conapo
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