La pérdida gestacional es un suceso inesperado para el que las mujeres gestantes no están emocionalmente preparadas, lo que dificulta enfrentar la pérdida.
Estas pérdidas duelen porque, aun cuando la mujer aún no conoce al bebé, ya ha desarrollado un vínculo muy potente con el feto, por lo que experimenta reacciones emocionalmente desbordantes.
La pérdida gestacional significa un estigma para la mujer gestante, por lo que las familias no contribuyen a aminorar el dolor al tratar el suceso como un tabú.
Lo cierto es que en México, en 2023, 67.5% de cada 100,000 mujeres en edad fértil tuvo una pérdida gestacional. En total, en 2023, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) registró 23,541 muertes fetales.
En su informe de estadísticas fetales 2023, el INEGI estimó que la tasa nacional de embarazos que terminaron en muerte fetal fue de 50.4 por cada 100,000 mujeres en edad fértil, con la captación tradicional. Con la información adicional de la Secretaría de Salud, la tasa fue de 67.5.
En conjunto, la Secretaría de Salud y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) atendieron a 73.1 por ciento de las mujeres que tuvieron defunciones fetales. Las unidades médicas privadas atendieron el 13.1 por ciento de estos casos.
Las entidades federativas con las tasas más altas de muertes fetales fueron San Luis Potosí, con 92.8; Durango, con 91.1 y el Estado de México, con 89.0. Las tasas más bajas se registraron en Oaxaca, con 30.4; Zacatecas, con 41.6 y Campeche, con 44.1.
Con base en la edad gestacional (el periodo de gestación), las muertes fetales intermedias, entre 20 y 27 semanas, fueron la mayoría, con 36.4 por ciento de los casos; en siguiente lugar, las tardías, de 28 semanas en adelante, con 35.4 por ciento de los casos; las muertes fetales precoces, entre 12 y 19 semanas, fueron 27.8 por ciento de los casos.
El INEGI precisó que el mayor número de embarazos complicaciones que terminaron con la muerte del producto ocurre en mujeres entre 20 y 24 años, con 24.1 por ciento. Siguió el grupo de 25 a 29, con 23.4 por ciento y el de 30 a 34, con 19.3 por ciento. En conjunto, estos tres grupos representaron dos tercios (66.8 por ciento) del total.
El 97.1 por ciento de las mujeres fue de nacionalidad mexicana; 0.9 por ciento, extranjera y 2 por ciento no lo especificó.
Las afectaciones al feto por factores maternos y por complicaciones, tanto del embarazo como del trabajo de parto y del parto mismo, fueron las principales causas de muerte fetal con 45.9 por ciento. Siguieron otros trastornos originados en el periodo perinatal, con 25.7 por ciento. De las muertes fetales, el 81.7 por ciento ocurrió antes del parto; 17.2 por ciento durante el mismo y en 1.1 por ciento de los casos, no se especificó el momento.
Para aquellos embarazos que terminaron en muerte fetal, 81.4 por ciento de las mujeres recibió atención médica prenatal; mientras que el 15.3 por ciento no la recibió y 3.3 por ciento no especificó. De las mujeres que recibieron atención, el 64.6 por ciento tuvo entre una y cinco consultas; el 30.2 por ciento, entre seis y 10; 3.0 por ciento, entre 11 y 15; 0.7 por ciento, entre 16 y 20, y 0.1 por ciento recibió más de 20. El restante 1.4 por ciento no especificó la cantidad
Respecto al procedimiento de expulsión o extracción, el parto vaginal fue el que registró más casos, con 65.8 por ciento. Siguió la cesárea, con 17.8 por ciento.
En relación con la escolaridad de la madre, predominó el nivel de secundaria (completa e incompleta), con 34.2 por ciento; siguió preparatoria (completa e incompleta), con 30.6 por ciento. En conjunto, representaron 64.8 por ciento del total.
Emociones tras una pérdida gestacional
Cuando se produce una pérdida durante el embarazo, la vida y la muerte caminan juntas. Es una paradoja para la que nadie está preparado y por eso es tan delicado saber qué decir o hacer. Tampoco existen rituales religiosos que legitimen, faciliten y reconforten a los progenitores. Los familiares y amigos evitan hablar del tema por temor a causar más dolor que beneficio. Mientras, los padres viven su experiencia en soledad.
El duelo es el dolor que sigue a la pérdida. Es una experiencia muy personal que no se manifiesta de la misma manera entre cada individuo. Las emociones inherentes a la muerte gestaciones son tristeza, enfado, culpa y shock. Con tratamiento adecuado, llega la aceptación; si no se trata, se desarrolla un duelo complicado, en el que la persona se mantiene en estado de melancolía o incluso desarrolla depresión.
Las personas que sufren un duelo complicado suelen, incluso, desarrollar ansiedad o estrés postraumático.
Los síntomas depresivos más frecuentes incluyen tristeza, culpa y una profunda desesperanza, así como pensamientos de poner fin a la propia vida. Estos síntomas pueden interferir en el funcionamiento de la persona.
En cuanto a la ansiedad, es frecuente encontrar excesiva preocupación durante la pérdida, así como en futuros embarazos.
Cuando la pérdida se vive de manera traumática, se puede desarrollar el trastorno por estrés postraumático, que incluye pensamientos intrusivos sobre la pérdida, evitación de todas aquellas señales que puedan evocar el suceso traumático, pensamientos negativos y cambios en la activación, como estar constantemente en alerta, como si el suceso pudiera volver a pasar.
Afectación a las relaciones
La pérdida afecta de manera diferente a cada miembro de la familia, de hecho, es diferente la manera como las mujeres y los hombres pasan por este duelo.
La evidencia revela que los hombres tienden a manifestar síntomas de duelo menos intensos y una duración menor del tiempo de duelo; esto pude ser considerado como indiferencia a la pérdida y al dolor de la pareja, lo que puede impactar en la relación marital.
El impacto también ocurre cuando uno de los integrantes de la pareja desea hablar abiertamente de lo sucedido y el otro no se siente cómodo haciéndolo, eso puede causar tensiones en la relación. Además, las parejas que muestran un menor grado de satisfacción en la relación de pareja presentarán más dificultades a la hora de afrontar el duelo.
Las parejas que buscan ayuda para comunicar abiertamente sus emociones tras la pérdida y muestran comprensión hacia el estado del otro miembro de la pareja, tienen un afrontamiento adaptativo, son resilientes y fortalecen la relación.
Cómo lidiar con la pérdida gestacional
Sufrir una pérdida de este tipo produce cambios en la manera de sentir y pensar de la familia, con una tristeza que puede exacerbarse ante la proximidad de la fecha que en sería el parto o el aniversario de la pérdida.
A pesar de que no se puede revertir lo sucedido, sí existen algunas pautas que, con el tiempo, ayudan a afrontar de manera activa y adaptativa un suceso vital estresante como este:
Búsqueda de apoyo: mantener el contacto con los familiares y amigos más cercanos (hablar con ellos, pasar tiempo juntos) durante esta etapa puede contribuir muy positivamente a elaborar el duelo. A veces puede que los progenitores que han sufrido una pérdida no se encuentren motivados para buscar este apoyo, pero hacerlo es una buena oportunidad para mejorar el estado de los progenitores. Además, en caso de que los progenitores sean religiosos o creyentes, buscar el apoyo de un guía espiritual puede ser una buena fuente de apoyo.
Asistir a un grupo de apoyo: esta alternativa permite a la familia ponerse en contacto con otras que han pasado por la misma experiencia y compartir la vivencia. El punto positivo de estos grupos es que se pueden llevar a cabo de manera presencial o en formato virtual.
Contactar con un/a profesional de la salud mental: en casos en los que el duelo se complica o la familia no dispone del sistema de apoyo adecuado, contactar con un/a profesional de la salud mental especializado/a en duelo gestacional puede ser una muy buena opción. Disponer del apoyo de un/a profesional no es exactamente lo mismo que recibir el apoyo de un familiar o amigo, puesto que, aparte de apoyar a la familia durante este proceso, el papel del/a profesional es el de ayudar a avanzar hacia la aceptación de la pérdida.
Recordar y honrar al bebé no nacido: hay familias que encuentran consuelo en conmemorar a su bebé no nacido. Esto se puede hacer de muchas maneras, como creando una caja de recuerdos con objetos pertenecientes al bebé (imágenes de las ecografías, ropa y complementos ya comprados para el bebé, dibujos hechos, etc.).
Además, a lo largo de los últimos años, en los cementerios de algunas ciudades se ha creado un espacio para recordar a todos aquellos bebés que se han ido antes de llegar. Eso permite a las familias poner una placa con el nombre de su hijo/a y la fecha de su fallecimiento que pueden visitar siempre que lo necesiten.
Deja una respuesta