
▲ Nacho Rivera (derecha) y su compañero Ángel Sepúlveda festejan la anotación que pone a los cementeros a un paso de romper la maldición de derrotas ante las Águilas en liguillas.Foto Germán Canseco
Alberto Aceves
Periódico La Jornada
Viernes 16 de mayo de 2025, p. a10
Las memorias del viejo Cruz Azul, condenado a perder en los minutos finales e incapaz de ganarle al América en liguilla se encontraron con el equipo que es ahora. Los que sufrieron los años sin título, el riesgo de descender, la crisis deportiva, ayer aliviaron toda esa carga. Pero faltaba algo así, otra victoria contra el acérrimo rival (1-0), esta vez en la ida de las semifinales de la Liga Mx. Por estas horas se contarán historias de familias, padres, madres y niños felices, porque ganar implica mirar hacia el presente que construyó el técnico Vicente Sánchez con 19 partidos sin derrota, incluido otro clásico joven.
En un futbol mexicano donde todo se encuentra bajo sospecha –por los arbitrajes, los encuentros arreglados en Tercera División y el incremento de casas de apuestas que ya están en la mayoría de los clubes de Primera– los clásicos son también un acto de convivencia. No hace falta que el árbitro pite el comienzo para que la pasión, la rivalidad, el sudor de los jugadores multipliquen la temperatura de un Cruz Azul-América. La cerveza muy pronto se agota. Cada tanto un vendedor trae una botella con agua y avisa que es para tomar, no para mojarse la cabeza.
Más de 2 mil elementos de seguridad vigilaron las calles y principales accesos al recinto de la UNAM. No se permitirá la entrada al grupo de animación del equipo visitante
, advirtió el miércoles la Liga Mx en un comunicado. Pero los seguidores americanistas, repartidos en la zona baja, mostraron que además de entregarse a la alegría de las gradas, alimentan el antagonismo hacia sus rivales. Te juuuro que el 26 de mayo/ nuuunca lo vas a superar
, cantaron en alusión aldramático cierre del Clausura 2013, una de las finales conquistadas en la historia entre ambos equipos.
Con el gol en un tiro de esquina de Ignacio Rivero (59), el riesgo de tropezar en las gradas poco importó. Hubo gritos, abrazos, miradas al cielo, señales obscenas a la cabecera visitante mientras empezó a escucharse el ¡Azul, Azul!
Desde hace varios partidos, el técnico uruguayo construyó una confianza de hierro en este plantel, la convicción de que va a salir a comerse al rival, aunque a veces la estética no lo acompañe. La Máquina convirtió en gloria el sufrimiento. Sus aficionados se comieron las uñas, no pararon de alentar ni de gritar, pero al final de todo encontraron alivio, como si eso estuviera escrito en las reglas del clásico.
Fuegos artificiales
Rivero entró a las espaldas de al menos tres elementos americanistas –Henry Martín, Cristian Borja y Ramón Juárez–, esperó el salto de su compañero Jorge Sánchez y remató detrás, venciendo de cabeza al arquero Luis Ángel Malagón (59). El gol del capitán de La Máquina encendió la noche con fuegos artificiales. Para acercarse, el América aprovechó que su rival todavía celebraba para buscar la falta que sacó a Nacho Rivero del partido. El español Álvaro Fidalgo anticipó una pelota en el medio campo y el urugua-yo picó el anzuelo, propinándole una plancha que fue castigada por el VAR con la tarjeta roja.
En medio de los reclamos, el árbitro Luis Enrique Santander expulsó también al técnico brasileño André Jardine por su conducta en contra del abanderado. Los jugadores son remplazables en lo que hacen, pero no en lo que son para un equipo. Así como Rivero, Alejandro Zendejas es otro de esos casos. El estadunidense no pudo salir de arranque por un virus estomacal que lo alejó durante la semana de los entrenamientos. Su ausencia hizo estragos y obligó al cuadro americanista a atacar de otra manera, con Henry como única referencia en el área.
Cuando Zendejas al fin entró en los minutos finales, la defensa de Cruz Azul se erigió como una muralla. El regreso de Gonzalo Piovi a la zaga central mejoró la confianza de Willer Ditta y los laterales Jorge Sánchez y Rodolfo Rotondi, exigido por aficionados y delanteros rivales. Cientos en las gradas no tuvieron que aclarar cuántos kilómetros recorrieron para ver el partido. Las fotografías los muestran con camisetas y banderas de Cruz Azul, como en la época en la que no existían grupos de animación con influencia de Sudamérica.
En la alegría y la tristeza, también en la distancia
, coincidieron grandes y pequeños seguidores de La Máquina, preocupados por el transporte de regreso y, sin embargo, felices por la ventaja en la semifinal de ida. Para avanzar a la definición por el título, lo que resta es mantener el global en su favor. Cualquier empate dará el pase al América por mejor posición en la tabla.
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