Braulio Carbajal
Periódico La Jornada
Viernes 11 de abril de 2025, p. 2
El impacto limitado de programas claves para el apoyo al campo, junto con los devastadores efectos del cambio climático, son factores que merman cada vez más la producción de alimentos en México, al grado de que para este 2025, especialistas prevén que se obtengan las peores cosechas en los pasados siete años, con niveles de emergencia en granos, especialmente los que son históricamente más consumidos por los mexicanos.
En 2022, de acuerdo con datos del Banco de México, la generación de productos agropecuarios alcanzó un nivel sin precedente de 294 millones de toneladas métricas; sin embargo, para 2023 cayó a 293 millones y para 2024 a 281.5 millones de toneladas. Para este año, el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) prevé que baje a 280.3 millones, el peor nivel desde las 279 millones de toneladas de 2018.
Tomás Edelman, un importante productor de la zona del Soconusco, en Chiapas, señala que el campo mexicano atraviesa por uno de sus peores momentos de la historia, provocado, sí, por sequías y lluvias extremas, pero también por el olvido del campo
a lo largo de décadas, al extinguir diversos apoyos gubernamentales, nulo acceso al crédito de la banca comercial y un marcado aumento de la violencia, con casos de extorsión a productores.
Por la calle de la amargura
En general siento que la economía agrícola del país está por la calle de la amargura
, lamentó el dueño de Finca Hamburgo, en Chiapas, uno de los principales productores de café de especialidad en México.
En 2024, el país pasó del noveno al décimo lugar entre los mayores productores de agroalimentos del mundo, y para este año el panorama no es adelantador, toda vez que se anticipa el tercer año consecutivo con caída en la producción.
Juan Carlos Anaya, director del GCMA, remarca que el campo enfrenta retrocesos importantes en sectores claves como granos, hortofrutícola y agroindustrial, afectados principalmente por la sequía, inseguridad y políticas ineficaces. Esta situación subraya la necesidad de estrategias integrales que den prioridad a la seguridad alimentaria, la inversión, la adaptación al cambio climático y la sustentabilidad
.
Los buenos precios de mercado han evitado que la producción de alimentos de México pierda valor, dado que, por ejemplo, en 2024 cerró en 100 mil 500 millones de dólares, un aumento de 15 por ciento anual pese a la caída en el volumen, No obstante, se prevé que eso termine este año, dado que se estima una caída de 8.5 por ciento a 92 mil 100 millones de dólares.
Crisis de los granos
La crisis más severa, revelan datos oficiales recopilados por el GCMA, se observa en el segmento de granos y oleaginosas, toda vez que para 2025 se espera una producción de 32.4 millones de toneladas, que será 7 por ciento menor a la de 2024, pero que implicará una caída de 26 por ciento frente al pico de 40.8 millones de toneladas de 2021.
La mayor preocupación recae en el maíz, cuya producción en 2024 fue la peor en una década, y para este 2025 se estima caiga otro 5.6 por ciento, para ubicarse en 21.7 millones de toneladas. Como resultado, el país tendrá que importar, principalmente de Estados Unidos, un récord de 25.8 millones de toneladas, en su mayoría amarillo y transgénico.
En el caso de la producción hortofrutícola, permanece estancada desde hace cuatro año, en alrededor de 44 millones de toneladas; sin embargo, para 2025 tendrá una importante caída, al pasar de 30.7 millones en 2024 a 26.6 millones de toneladas, esto pese a incluir al aguacate, fruto que ha aumentado su producción de manera acelerada en la década reciente a consecuencia de su creciente consumo en Estados Unidos, mismo caso que el de las berries.
Por el lado de la producción pecuaria, se prevé que se mantenga estancada en 25 millones de toneladas, mientras la agroindustria subirá levemente de 52.4 a 53.1 millones de toneladas, impulsada principalmente por las ventas de cerveza y tequila.
La baja producción no es casualidad, señala Edelman, dado que en los años recientes se han eliminado alrededor de 16 programas que ayudaban a los productores; en tanto que la creación de Sembrando Vida no es suficiente, dado que es un programa que sólo apoya a los microproductores, dejando desamparados a millones de pequeños y medianos.
Durante el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, además del programa Sembrando Vida, se impulsó el de reforestación más grande del país, y se impulsaron otros como el de Producción para el Bienestar, Fertilizantes para el Bienestar, Bien Pesca y Precios de Garantía a Productos Alimentarios.
El cambio climático, aseguró el productor cafetalero, es otro factor muy importante en la caída de la producción, tan fuerte que también ha dejado estragos en el sur-sureste, una región bendecida
para la producción de alimentos, a lo cual, mencionó, se le suma la invasión de cultivos no nativos
, es decir, los que son más rentables, como el aguacate y las berries, que han ido sustituyendo a otros de carácter elemental para el país, como el maíz.
No obstante, indicó, lo que ha orillado a que los productores tomen estas decisiones es la falta de apoyos por parte del gobierno. Si vemos lo que pasa en otros países como Estados Unidos, los agricultores siguen produciendo maíz porque tienen apoyos, subsidios del gobierno y créditos de la banca. Aquí entramos a un banco y nos ven como apestados
, y la banca del gobierno no presta a los pequeños productores.
A eso hay que sumar la inseguridad, las extorsiones del crimen organizado. Es triste ver lo que está pasando en México, y más comparado con otros países que sí tienen el apoyo total
, apuntó.
Intermediarios
Las grandes ganancias no se quedan en los productores. Según un reporte del GCMA, la mayoría de los productos agrícolas se encarecen más de 100 por ciento en el traslado del campo a la mesa de los consumidores; sin embargo, hay algunos cuyo precio se incrementa hasta 300, 500 o 800 por ciento, dado que en el camino, los intermediarios pagan bajos precios a los productores, mercancía que después es adquirida por grandes cadenas comerciales que la ofrecen a las familias a costos elevados, quedándose con los mayores márgenes de ganancia.
El aguacate, por ejemplo, producto que deja más de 3 mil 500 millones de dólares anuales sólo de exportaciones, se encarece 213 por ciento del precio que se paga al productor al que llega al consumidor. Pero hay otros casos más extremos, como el brócoli, que sube 843 por ciento, o el del chile serrano, con una diferencia de 558 por ciento. Otros tantos son el tomate verde (541 por ciento), chile jalapeño (324 por ciento), limón (323 por ciento), entre otros.
En este proceso, los campesinos son los que se quedan con las menores ganancias, aunque son los que asumen el mayor riesgo.
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