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qué pasará y qué riesgos existen


La actividad solar ha vuelto a intensificarse. Tras una llamarada detectada el viernes por la noche, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) emitió una advertencia de tormenta solar severa. Aunque fenómenos como este ocurren con relativa frecuencia, lo excepcional en este caso es su intensidad y orientación directa hacia la Tierra. Esta combinación podría desencadenar efectos visibles —y preocupantes— en los sistemas tecnológicos y eléctricos durante las próximas horas.

Qué es una tormenta solar y cómo puede afectarnos

Una Tormenta Solar Se Avecina
© Braňo – Unsplash

Las tormentas solares, también conocidas como tormentas geomagnéticas, se producen cuando una eyección de masa coronal (CME) —una gigantesca nube de plasma altamente cargado— es expulsada por el Sol en dirección a la Tierra. Esta masa, al interactuar con el campo magnético terrestre, puede deformarlo y provocar desde bellas auroras hasta fallos masivos en satélites y redes eléctricas.

Este tipo de actividad solar ha aumentado recientemente debido al punto álgido del actual ciclo solar de 11 años, durante el cual el número de manchas solares y erupciones aumenta de forma significativa. En ocasiones, como ocurre ahora, estas erupciones se combinan con CME que viajan directamente hacia nuestro planeta, generando situaciones de riesgo.

Los primeros en verse afectados suelen ser los satélites, cuyas partes electrónicas están expuestas a las partículas solares. Las operadoras, conscientes de esto, suelen desactivar temporalmente algunos componentes para evitar daños irreparables. Pero si la tormenta es lo suficientemente intensa, sus efectos se pueden notar incluso a nivel terrestre: apagones, errores en la navegación por GPS, interrupciones en sistemas bancarios o en la telefonía móvil son solo algunos de los riesgos.

Qué nivel de alerta se ha activado y por qué preocupa

La NOAA clasifica las tormentas solares en cinco niveles de severidad, de G1 (menor) a G5 (extrema). En este caso, se trata de una tormenta de nivel G4, lo que implica un alto riesgo para infraestructuras eléctricas, satélites, comunicaciones y sistemas de posicionamiento. Además, este tipo de tormentas permite que las auroras polares se vean mucho más allá de las regiones cercanas al Ártico, llegando incluso a áreas urbanas de Estados Unidos, Europa y Asia.

Una tormenta de este calibre no es solo un espectáculo visual. Puede alterar de forma significativa la vida cotidiana en nuestro planeta, especialmente en sociedades tan dependientes de la tecnología como la actual.

¿Podría repetirse un evento como el de Carrington?

El evento Carrington de 1859 es el referente histórico más citado cuando se habla de tormentas solares extremas. En aquel momento, los daños se limitaron a las redes de telégrafo, pero aún así se registraron incendios en oficinas y cortes masivos de comunicación. Hoy, un fenómeno de esa magnitud tendría consecuencias mucho más devastadoras.

Las redes eléctricas modernas, con miles de transformadores y subestaciones interconectadas, son especialmente vulnerables. Una tormenta extrema podría dejar a millones de personas sin electricidad durante semanas o incluso meses. Además, los sistemas de navegación, meteorología, comunicación global e incluso abastecimiento de agua potable, todos ellos gestionados por tecnologías dependientes de satélites y redes eléctricas, quedarían expuestos.

Expertos advierten que un evento solar de gran magnitud podría tener un impacto económico de billones de dólares a nivel mundial. Y aunque la Tierra está protegida en parte por su campo magnético y la atmósfera, no todas las infraestructuras están preparadas para resistir una tormenta de este tipo.

¿Qué se puede hacer para prevenir sus efectos?

Aunque no se puede evitar que el Sol emita estas erupciones, sí es posible mitigar los efectos si se actúa con rapidez. Los satélites pueden entrar en modo de seguridad, se pueden desconectar ciertos sistemas eléctricos y las aerolíneas pueden ajustar sus rutas para evitar interferencias en las comunicaciones. Sin embargo, la prevención tiene un límite y muchas infraestructuras críticas no están diseñadas para resistir un fenómeno tan potente.

Mientras tanto, muchos ciudadanos en zonas templadas del hemisferio norte podrán asistir a un fenómeno poco habitual: auroras boreales visibles en lugares tan alejados de los polos como Alemania, Francia, Nueva York o incluso el norte de España.

Aunque es un espectáculo fascinante, detrás de su belleza se esconde un recordatorio de lo vulnerables que seguimos siendo ante las fuerzas del cosmos.

[Fuente: Infobae]



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