Una inesperada decisión parece estar dejando atrás la estrecha relación de la NASA y SpaceX de Elon Musk. Tal parece que la agencia no quiere dependencia exclusiva y está explorando múltiples alternativas, como la propulsión basada en hidrógeno y agua, que podrían ofrecer soluciones complementarias para diferentes fases de las misiones.
La NASA está en una intensa carrera
Durante años se ha visto cómo la agencia espacial y la compañía del multimillonario generaban alianzas en la carrera espacial pero, recientemente, la NASA ha estado en búsqueda de nuevas tecnologías, dado que las misiones de largo alcance necesitan herramientas cada vez más sofisticadas.
Las limitaciones de los sistemas de propulsión actuales se han vuelto más evidentes. Los cohetes químicos convencionales, como los Falcon de SpaceX, simplemente consumen demasiado combustible, haciendo poco práctico exploraciones de grandes magnitudes.
Según datos de la NASA, un viaje a Marte con propulsión química requeriría 6-8 meses solo de ida, esto no solo incrementa los costos operacionales, sino que expone a las tripulaciones a peligrosos niveles de radiación cósmica.
Es por ello que la agencia aeroespacial se ha visto envuelta en la necesidad de buscar alternativas más eficientes y con mejor rendimiento para sus próximas exploraciones. Necesita de soluciones revolucionarias que permitan viajes más rápidos hacia el infinito y más allá.
El invento que cambiaría las reglas del juego
Ad Astra Rocket Company, ha captado la atención de la NASA con un nuevo componente para sistemas de propulsión avanzada: un innovador acoplador de radiofrecuencia (RF) para el motor de Cohete de Magnetoplasma de Impulso Específico Variable (VASIMR).
Recientemente se ha informado del éxito de los contratos, entre ambas entidades, para el desarrollo y demostración del nuevo sistema de acoplador de RF que permite transmitir energía de radiofrecuencia al plasma dentro del motor.
La principal diferencia con los sistemas de propulsión de SpaceX, es que estos dependen en su totalidad de reacciones químicas, mientras que el acoplador RF permite el desarrollo de motores de plasma, que podrían revolucionar los viajes espaciales.
Pruebas en vacío han demostrado que estos acopladores pueden operar continuamente por más de 100 horas. Este avance logra reducir hasta un 28% el calor que genera el acoplador, lo que significa que el motor podrá funcionar a más potencia sin sobrecalentarse.
La eficiencia térmica mejorada también reduce los costos de operación, tomando en cuenta lo mencionado anteriormente, cada grado menos de temperatura significa ahorros millonarios en mantenimiento.
Según lo que explica Franklin Chang Díaz (CEO de Ad Astra) en el contrato, los acopladores de radiofrecuencia son componentes clave del motor. Cada motor necesita dos, y son los que controlan prácticamente toda la potencia, una parte vital de todo el sistema.
Un gran impacto en la industria espacial
Esta nueva alianza representa una apuesta por diversificar las opciones de tecnologías. La NASA comprende que diferentes misiones requieren nuevas soluciones, las exploraciones ambiciosas necesitarán de nuevos puntos de vista y componentes avanzados que Musk no está desarrollando.
La decisión de la NASA ha generado opiniones divididas en la industria: mientras algunos expertos valoran su enfoque en tecnologías clave para propulsión avanzada, otros interpretan esta estrategia como un intento por reducir su dependencia de SpaceX.
El aparente distanciamiento entre la NASA y SpaceX en materia de componentes para propulsión avanzada marca un punto de inflexión en la historia de la exploración espacial moderna, aunque las relaciones comerciales continuarán sin ningún inconveniente.
Está claro que la agencia ya ha decidido apostar por tecnologías revolucionarias, cómo lo hizo Corea del Sur con su apuesta por el hidrógeno. Si bien existen diferentes reacciones, para Musk presenta un desafío: invertir en componentes críticos para propulsión avanzada o quedarse atrás en la próxima fase de la carrera espacial.
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