La serie The Last of Us acaba de alcanzar el ecuador de su segunda temporada con un episodio en el que vuelve a dar la talla, dejando claro que el ritmo no va a aminorar y que los conflictos de los protagonistas les van a estallar en la cara.
A pesar de las polémicas sembradas en el episodio anterior, el 2×03 titulado El camino, la serie de Max sigue cosechando audiencias muy abultadas y demostrando que los espectadores tienen un gran interés por la adaptación del videojuego.
A partir de este momento, encontraréis spoilers del episodio 2×04, dirigido por Kate Herron y titulado Día Uno, de modo que os recomendamos seguir leyendo solo si vais al día y bajo vuestra responsabilidad.
The Last of Us 2×04
En la secuencia previa a los créditos del nuevo episodio de The Last of Us nos trasladamos atrás en el tiempo a la zona de cuarentena de Seattle, en concreto en 2018. Nos introducimos en un camión de soldados de Fedra, que van burlándose de los “votantes”, nombre con el que se burlan de las personas a las que les han quitado el derecho a votar.
Isaac, el sargento, baja del camión y le pide a uno de ellos que le acompañe. Se encuentra con una mujer llamada Hanrahan. Isaac lanza entonces dos granadas dentro del camión y mata a tiros al único superviviente que consigue salir. Hecho esto, le dice al soldado que tiene que elegir y Hanrahan le da la “bienvenida a la lucha”.
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Once años después, en 2029, Dina y Ellie afrontan su primer día en la zona. Buscan provisiones y medicinas dentro de un edificio abandonado. Dina encuentra algo que la deja transmutada, pero de momento no sabemos qué es.
Fuera, cabalgan y encuentran muros arcoíris (cuyo significado no saben interpretar) y cadáveres de Fedra. Ellie encuentra una escotilla y dice haber encontrado tres cadáveres calcinados como en el Apolo 1.
Con los prismáticos, avistan un puesto de vigilancia. Ellie se precipita pensando en ir directamente pero Dina le propone esperar a la noche y acercarse a pie.
Se meten en lo que un día fue una tienda de música: además de vinilos, encuentran una batería y otros instrumentos. Ellie afina una guitarra y empieza a interpretar y cantar el temas de A-ha Take on me. Dina se emociona mucho y le dice que ha mejorado. Ellie le dice que Joel le enseñó.
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Isaac enciente una cocina de gas mientras relata cómo trataba de impresionar a las chicas cocinando para ellas, aunque no tenía dinero para comprar instrumentos de cocina caros. Hacerse con un juego de sartenes de cobre antes de jubilarse fue uno lo que llama “los buenos inconvenientes del apocalipsis”.
Pone a calentar una de las sartenes porque va a usarla contra un preso al que mantiene encadenado, desnudo y que ha sido maltratado. Isaac quiere saber dónde van a atacar los Scars, pero el preso le corrige y le dice que son Serafitas.
Le dice que extienda la mano y le pone encima la sartén. Profiere un grito horrible y empieza a rezar. Isaac le sigue presionando: de alguna manera los WLF y los serafitas rompieron una tregua previa y están en pie de guerra.
El preso le dice que poco a poco ellos se van transformando en serafitas mientras que al contrario eso nunca ocurre. Isaac se sorprende al ver que extiende el brazo de manera automática para ser torturado y, consciente de que no le sacará la información de ningún modo, le da un tiro.
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Una vez bajo el abrigo de la noche, Ellie y Dina buscan la manera de entrar. Encuentran a un soldado de WLF ensartado en flechas. En la siguiente estancia hay cadáveres colgando con las tripas por fuera y un rastro de sangre que conduce a una pintada “Siente su amor”.
Interpretan que los autores son los miembros de la comunidad que encontraron en el bosque. Aparecen soldados e inician una batida para encontrar a los asesinos. Dina permanece escondida mientras que Ellie trata de zafarse para abrir una ventana, sin éxito. Al final tiene que enfrentarse a un soldado
Dina le dispara y rompe una ventana a través de la que huyen, pero con los soldados de WLF en los talones. Se meten por un túnel por el que calculan que ellas caben pero ellos no. Piden refuerzos para atacarlas por el otro lado.
Una vez dentro, los soldados lanzan bengalas para iluminar los túneles, que pertenecen al metro. En el silencio se escuchan infectados. Dina cuenta hasta cinco pero pronto se pone de manifiesto que es una horda.
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Atacan a toda velocidad a los soldados y empiezan a perseguirlas entre los escombros. Se meten en un vagón mientras los infectados tratan de entrar rompiendo las ventanas.
Dina y Ellie salen por la parte de arriba y consiguen dejar a la horda tras una valla que empieza a ceder bajo su peso. Solo puede salvarlas un antiguo torno que está medio atascado. Para proteger a Dina, Ellie deja que un infectado la muerda en el brazo. Consiguen ponerse a salvo.
Dina se encuentra muy confundida, no entiende por qué Ellie sigue como si nada, porque lo normal es matar a quien se infecta. Ellie trata de explicarle lo que pasa, le dice que es inmune, pero Dina no termina de creérselo porque parece increíble.
Le dice que se vendará el brazo y se sentará en un sofá y se despertará igual que está en ese mismo momento. Así sucede, tras la tensión acumulada, Ellie le muestra la mordedura y entonces Dina le dice que está embarazada y la besa. Ellie empieza a masturbarla y pasan el resto de la noche abrazadas.
Por la mañana, Dina le examina el brazo y descubre que lo que parecía una quemadura era otra mordedura. Ellie le pregunta que por qué has escogido ese momento para que estén juntas y Dina le explica que pensaba que iba a perderla y que quiere vivir con ella. Que se ha decidido porque lo ha pasado muy mal al creer que el futuro que soñaba se desvanecería para siempre.
Dina le cuenta que cuando le confesó su bisexualidad a su madre le impuso que solo mostrara interés por los chicos y que eso hizo que se quedara atascada. Que trató de hacer que su relación con Jesse funcionara pero no pudo ser, aunque le parece un buen chico.
Eso es lo que había encontrado: tets de embarazo. Se hizo hasta cuatro, todos positivos. Ellie alucina pensando que van a tener un bebé… que va a ser “papá”. Empieza a imaginar que son una familia, ellas dos y Jesse, criando a la criatura.
Una conversación por radio las sorprende: los soldados van a por Abby en Lakehill. Con esa pista, suben a la azotea para encontrar el lugar al que dirigirse. Ellie le dice a Dina que puede quedarse allí si quiere, que no tiene por qué acompañarla. Dina le da la mano y simplemente le responde: “juntas”.
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Soldados, infectados… y amor
The Last of Us encara el ecuador de la temporada dando grandes pasos. En primer lugar, tras la presentación de los serafitas y verlos masacrados por los WLF, vemos que no se trata de un grupo religioso inofensivo, sino capaz de terribles represalias y con un credo muy fuerte.
Fichazajo el de Jeffrey Wright (Westworld) para interpretar el papel de Isaac, por cierto. El intérprete muestra a las mil maravillas la decepción con Fedra y sus secuaces y su lealtad a la causa de los WLF, aún a costa de las atrocidades que es capaz de infligir a sus enemigos.
Ellie y Dina sencillamente tienen sus propios intereses, al margen de este sangriento conflicto en el que irrumpen sin saberlo.
Como es evidente, uno de los puntos álgidos es la eclosión de su relación, que ya venía insinuándose desde el primer episodio… y el homenaje a Joel, en forma de la canción que Ellie ha aprendido a tocar a la guitarra gracias a sus enseñanzas. Bonita manera de mantener viva su memoria sin escenas lacrimógenas, pero sí emocionantes.
“Día uno”, en cualquier caso, es un episodio que no se detiene demasiado. Al menos no más de lo necesario para tener los momentos de reposo necesarios: exhibe también buen músculo en las escenas de acción, con la del túnel como principal atracción y no deja nunca que la acción se estanque. Los 53 minutos que dura, vuelan.
Os emplazamos al próximo lunes, 12 de mayo, para comentar y analizar el próximo episodio en el que seguiremos desentrañando los acontecimientos y el futuro de Ellie.
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