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ace 20 años expuse aquí las causas por las cuales los ríos Atoyac-Zahuapan, Alseseca y Chinguiños eran basurero de 23 poblaciones de Puebla y 47 de Tlaxcala, y destino de los residuos de numerosas industrias; de cómo esas corrientes hídricas convirtieron en muladar la presa Valsequillo. La corriente del Atoyac en Tlaxcala era en ciertos tramos color azul muerte por los residuos de las factorías que trabajan la mezclilla. Pese a ello, muchos campesinos usaban dicho líquido en la agricultura.
En cuanto a la presa Valsequillo, alimentada por el Atoyac (y por el Alseseca en la época de lluvias) registraba la contaminación más grave de todas las existentes en el país, al grado de afectar los mantos freáticos de los que se abastecen los asentamientos humanos ubicados a su alrededor.
Señalé también el cero cumplimiento de la ley que obliga a tener sistemas de tratamiento de aguas residuales en los asentamientos humanos donde entonces vivían 3 millones de habitantes. Igual en la industria regional. Varios sexenios el gobierno federal y los de las citadas entidades, anunciaron programas para sanear esas cuencas hidrográficas y la citada presa. Sin embargo, el problema es ahora mayor.
Numerosos estudios de centros de investigación y especialistas han demostrado el último medio siglo los efectos nocivos que en la salud pública y el ambiente ocasionan el deterioro de esas corrientes hídricas. El gobierno federal y el de los de Tlaxcala y Puebla saben de esos trabajos y cómo reducir al máximo el problema. También los elaborados por los especialistas de la Comisión Nacional del Agua. Igualmente, las propuestas para sanear Valsequillo y convertirla en atractivo turístico y motor del desarrollo regional.
De vez en cuando son clausuradas temporalmente algunas empresas y multados municipios por no tratar sus aguas residuales. Y para remediar la grave contaminación, se han realizado trabajos de limpieza de las cuencas citadas y de Valsequillo. Sin embargo, han sido insuficientes.
Y en buena parte porque las actuales plantas de tratamiento no alcanzan a limpiar las aguas negras de los centros urbanos y por ello éstos alegan no poder cumplir con las normas vigentes sobre la calidad del líquido que envían a las cuencas hidrográficas. Y ello, pese a que se han invertido casi 10 mil millones de pesos en establecer dichas plantas. Además, no existe una estrategia para captar y conservar el agua de lluvia en las poblaciones, evitando así que se contamine al enviarla al drenaje. Y menos hay un programa para utilizar el vaso de la presa Valsequillo y su amplio entorno geofísico con fines de turismo ecológico.
También juega la corrupción. Por ejemplo, cuando gobernó Puebla el morenista Miguel Barbosa, informó que investigaba dónde fueron a dar 300 millones de pesos que en la administración de su antecesor, el panista José Antonio Gali (2017-18) se asignaron para dragar Valsequillo. Y la adquisición de dos embarcaciones para limpiarla y que resultaron inservibles; igualmente el destino de otros 700 millones para fumigar
el Atoyac. Barbosa prometió cumplir, junto con el gobierno federal y el de Tlaxcala, la recomendación que en 2017 hizo la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en la cual exigió garantizar un ambiente sano en la cuenca y en la presa citada. La ignoraron.
En la celebración del Día Mundial del Agua el 22 de marzo pasado, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo dio inicio al saneamiento del Atoyac. Es parte de un plan para recuperar los cuerpos de agua más contaminados del país. El saneamiento incluye la rehabilitación de plantas de tratamiento y la coordinación efectiva con municipios y estados para garantizar su adecuado funcionamiento. Además, programas de tecnificación en los distritos de riego para aprovechar el agua al máximo. Y ahora sí se sancionará a las industrias contaminantes.
Suman siete los sexenios gubernamentales que prometieron resolver los graves problemas de contaminación que existen en las cuencas hidrográficas y afectan la calidad de vida de millones de personas. La realidad muestra que no lo hicieron en la del Atoyac, el Lerma-Santiago, el Tula, el Coatzacoalcos y el Pánuco, por ejemplo. Ni en las presas Endhó y Valsequillo. Espero que el actual sí lo haga.
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