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Salvador Allende en la sierra de Durango


E

n las persistentes luchas de los campesinos mexicanos por la tierra se combina una mezcla de obstinada persistencia y estrategias de negociación con el Estado para alcanzar sus objetivos. La historia de la formación y pervivencia del ejido Presidente Salvador Allende, Durango, enclavado en la Sierra Madre Occidental, es ejemplo de la ardua resistencia y transacciones políticas por las que pasan los campesinos de todo el país para acceder a la tierra.

En la región norte del estado de Durango, durante la segunda mitad de la década de los años 60, se produjo una amplia movilización campesina, con la conducción de Álvaro Ríos y la Federación de Obreros y Campesinos del Estado de Durango (FOCED). Mediante ocupaciones de predios e invasiones de tierra y una vigorosa actividad agraria, cientos de campesinos norteños lograron el reparto de los extensos latifundios ganaderos en el norte de Durango y el sur de Chihuahua. Esta importante actividad atrajo la atención de Política Popular, organización de filiación maoísta, que envió a algunos de sus integrantes a la zona, ya agitada políticamente, con la intención de unificar el movimiento agrarista. Álvaro Ríos fue un hombre que en su larga trayectoria política jamás se caracterizó por ser un personaje sectario, tenía buenas relaciones con los diferentes grupos, desde los dirigentes de la guerrilla más radicales o con el Partido Popular Socialista y podía colaborar con ellos; sin embargo, la unificación propuesta por el maoísmo no prosperó y los emisarios partieron hacia Chihuahua, La Laguna y la ciudad de Durango para proseguir otras labores.

No obstante, 25 habitantes del ejido Las Playas, municipio de Hidalgo, Durango, aconsejados por Política Popular se trasladaron en 1970 al sur de la entidad para emprender la ocupación del extenso predio Cieneguitas y Cajetas, ubicado a unos 50 kilómetros de la capital del estado, en las laderas de la Sierra Madre Occidental, propiedad de la Unión Ganadera, la organización que afilia a lo más conspicuo de la ganadería particular y férreos defensores de la propiedad privada de la tierra. La agrupación maoísta obtuvo en Durango un notable éxito en la formación de colonias urbanas mediante migrantes expulsados del campo a la ciudad, como la colonia División del Norte, y desde ahí promovieron la ocupación de Cieneguitas. En el páramo serrano se instalaron 37 familias, cuyos descendientes aún rememoran: nos vinimos y nos asentamos al monte pelón, bebíamos agua del abrevadero, con enfermedades, y picaduras de alacrán, construyendo el camino a El Pino, distante 25 kilómetros.

Los obstinados solicitantes en audiencia con el gobernador, Alejandro Páez Urquidi, le hicieron el planteamiento sobre los terrenos forestales. La áspera respuesta del gobernador fue: no habrá ninguna expropiación a particulares, ni ningún ejido en Cieneguitas mientras él fuera gobernante. Mediante la colaboración de César Guillermo Meraz, dirigente agrario que comenzaba a despuntar dentro de la Confederación Nacional Campesina, del PRI, consiguieron audiencia con el presidente en mayo de 1974. Luis Echeverría recibió en Los Pinos a los enviados de Cieneguitas y a la hora que se acercaba el final de la entrevista, el Presidente tomó el teléfono para llamar al gobernador de Durango, el diálogo que relatan los campesinos es el siguiente: Alejandro, disculpa que te moleste a esta hora, pero tengo a un grupo de paisanos tuyos que me están diciendo que están muy agradecidos contigo porque les vas hacer entrega de un terreno, que desde ahorita te propongo que lleve por nombre el de Salvador Allende. Aun en este caso, en que pareciera que al nombre de Allende se llegó por designación presidencial, los campesinos que ocuparon el predio, contaban en sus alforjas con años de experiencia en la lucha agraria y formación política a cuestas, sin su persistencia y determinación no se hubieran dado las circunstancias para que el Presidente dispusiera cómo llamar al ejido.

A partir de estos eventos la asamblea de los solicitantes, efectuada el 26 de mayo de 1974, pidió que se les reconociera con el nombre de Presidente Salvador Allende, aprobado el cambio sin objeción. En enero de 1976 estuvo lista la resolución presidencial en que se autorizó la dotación al ejido Presidente Salvador Allende para 37 familias, con una superficie de 3 mil 231 hectáreas y la formación de una sociedad ganadera, 20 hectáreas para el fundo legal, 80 hectáreas para la Unidad Agrícola Industrial para la Mujer y 80 más para la parcela escolar, denominada César Guillermo Meraz, pues aun perteneciendo a la central agraria oficial, este líder cenecista fue asesinado en misteriosas e irresueltas circunstancias el 25 de mayo de 1975.

A la vuelta de los años, entre 1992 y 1998, los herederos ideológicos de Política Popular gobernaron el municipio de Durango y el ejido fue una de las localidades que recibió particular atención. Al día de hoy, en Presidente Salvador Allende se encuentra un parque cinegético, se rentan cabañas para que los visitantes puedan recorrer y disfrutar parte de los atractivos de la sierra de Durango, sus pobladores con tenaz empeño obtienen los recursos que el medio les brinda, hacen producir las parcelas, cuidan del ganado y rememoran el apelativo designado para su localidad en la figura del Presidente Salvador Allende, el cual ya se han apropiado y hecho suyo, al igual que la tierra que trabajan .

* Investigador del Museo Nacional de las Intervenciones-INAH



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