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Sé que no voy a recuperar a mi hijo


Sanjuana Martínez

 

Periódico La Jornada
Domingo 16 de marzo de 2025, p. 8

Almendra Moreno Aguilar piensa y repite, con certeza profundamente dolorosa, una conclusión tras cinco años de batalla legal contra la sustracción de uno de sus cuatro hijos: Yo ya no busco tener justicia, sé que nunca voy a recuperar a mi hijo.

Su convicción es tan fuerte que ya se despidió de él en una entrañable carta: Muñeco: desde donde lo veas, siempre nos amaremos. Te prometí estar siempre para ti y sigo aquí, aunque sé que no quieres verme más; que sepas que respeto tu decisión. Sabemos los dos que hace unas semanas volviste a hacer otra denuncia en mi contra.

Aquel niño que su padre se llevó a la edad 11 años, ahora tiene 16 e, igual que su ex marido, la ha demandado varias veces. El síndrome de alienación parental ha surtido efecto. De aquel menor amoroso con su madre no queda casi nada.

Es un dolor inmenso. Te drenan, te matan en vida. No lo puedo explicar en palabras. La violencia vicaria es matarte en vida a cuentagotas, es como una tortura. No hace falta que haya un verdugo con capucha, no es así. Los monstruos no existen; existen los hombres agresivos, la violencia de un hombre que puede tener pinta de buen tipo y es un verdugo ejerciendo violencia vicaria, dice en entrevista con La Jornada.

Su ex cónyuge (no podemos mencionar su nombre por razones legales) le ha abierto 30 procedimientos judiciales civiles y penales. Cuenta con más de 30 abogados y cuatro mandatarios que desde hace dos años le permiten no presentarse a ninguna audiencia.

Tlalnepantla

La historia de terror de Almendra comienza en Tlalnepantla, estado de México, donde su ex marido y su familia tienen un próspero Centro Educativo Multicultural, con grados desde kínder hasta universidad con maestría, doctorado y una amplia red de conexiones en el país y el extranjero; además de vínculos políticos.

Estuvo casada con él 14 años y procreó tres hombres y una mujer: Parecía un buen tipo. En su centro dan cursos para ser buenos padres, pero él continuamente me amenazaba con el divorcio. Durante los últimos siete años de matrimonio me decía que quería el divorcio, luego que no, después otra vez me lo pedía, y así.

El desgaste de la pareja fue terrible. Un 30 de abril él salió del domicilio conyugal; acusaba a Almendra de ser violenta; le decía: Es súper peligroso vivir contigo. Narra que él se ponía muy agresivo, golpeaba a los niños continuamente; por ejemplo, al mayor (a quien sustrajo) lo golpeó en el cumpleaños de su hija.

El 19 de mayo de 2020 se disculpó y le dijo que actuó desde el miedo: “Usó tono de arrepentimiento y dijo que por todo el daño que me había hecho a mí y a los niños, ‘por favor, dame otra oportunidad. Hay veces que te amo y a veces te odio”’.

Era plena pandemia de covid, y Almendra le dijo que, por razones evidentes, no urgía el divorcio. Sin embargo, el 20 de ese mes, el hombre secuestró de manera sorpresiva a su hijo mayor. “Se lo llevó engañado. Dijo que iba a caminar, pero después habló por teléfono y platicó con su hija, de nueve años; le dijo que se iba a quedar de piyamada con sus abuelos.

“Secuestró a mi hijo en el primer semáforo en rojo de la pandemia. Fue muy difícil denunciarlo en ese momento, y me dijo: ‘por las buenas, el niño no va a regresar; esto fue fortuito’.”

Es obvio, comenta, todo fue planeado con la ayuda de su familia: “Mi ex suegra me dijo: ‘si tu regresas con mi hijo, yo te devuelvo al tuyo’. Yo le lloraba y le rogaba que me lo regresaran”.

Añade: “Desde muy chiquito mi hijo fue inducido para ser ‘el heredero’ portador del apellido. A mi ex marido siempre le interesó tener un varón, una especie de monarquía que hace a un lado a la mamá, como si yo fuera un vientre de alquiler”.

La pesadilla de esta mujer acababa de empezar. Su ex cónyuge pretendía desalojarla de la casa y quitarle a los otros tres niños, de nueve, seis y cuatro años: El 22 de mayo regresó con un camión de construcción y un ejército de abogados. Él siempre despliega fuerzas, mueve automóviles. Llegó a desalojarnos con uno de los abogados.

Explica que su intención era dejarla en la calle y sin hijos: Jamás pensé fuera capaz de hacer esto contra mí y los niños. Traía una orden de desalojo falsa. Empezaron las amenazas. Yo grité pidiendo auxilio; la autoridad comprobó que la orden era falsa y no logró desalojarme ni pudo quitarme a mis otros tres hijos, pero a continuación empezó una ráfaga de procedimientos legales.

Su ex pareja usó la estrategia de muchos: inundar con demandas y denuncias a las madres para lograr arrebatarles a sus hijos: Y empezó con muchas. Dejé de ver a mi hijo un año completo sin saber de él. Su papá levantó medidas de restricción y no me podía acercar, porque me denunció por supuesta violencia. Mi hijo cambió por completo, de ser muy cariñoso conmigo y jugar con sus hermanos, se convirtió en otro niño.

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▲ Moreno Aguilar, con tres de los cuatro hijos que en 14 años procreó con su actual acusador.Foto La Jornada

En poco tiempo la vincularon a proceso y la dejó sin pensión alimentaria. Cuando luché para obtenerla me gané una vinculación a proceso porque él uso las empresas de las que es dueño, accionista y rector del grupo educativo para decir que yo laboré ahí. Entonces, simuló que yo trabajé en ellas, y sus empleados lo apoyaron, los directivos, la directora de la primaria, y todo para evitar el pago de pensión.

Después, a Almendra le fijaron medidas cautelares y la obligación de ir a firmar una vez al mes. A continuación le impusieron una multa de 70 mil pesos: El Ministerio Público consigue, junto con la juez, una multa, diciendo que yo tenía Netflix y licencia de conducir. Todo está grabado, y ya con eso no me dieron pensión. Yo lloraba en la audiencia, suplicaba que no me fijaran esa multa porque no podía pagarla.

Expediente muy largo

Los últimos cinco años, Almendra ha pasado horas en el juzgado primero de lo familiar de Tlalnepantla. Sus expedientes han sido atendidos por cinco jueces: Ericka Lorena Domínguez Preisser, Roberto Jiménez Franco, Susana Zenón Cruz, Alejandro Albarrán Salgado y Liliana Margarita Shomar Bahena; también por la jueza penal Iris Miranda Marcos. Ninguno ha dictado sentencia, mas que la de divorcio, y todo sigue provisional con la intención de dilatar los juicios para que su hijo cumpla la mayoría de edad y ya no pueda hacer nada para recuperarlo.

Su caso tiene seis expedientes en el juzgado familiar, cada uno con cuatro tomos, es decir, un total de 24. El expediente general acumulado es de nueve tomos: ¿Sabes quién se va a poner eso? Tuve un juez que de plano dijo que no iba a dar audiencia porque el expediente es muy largo, y de esto se aprovechan los agresores y lo alargan lo más que pueden. Y si eres hombre, todo te creen.

Añade: Me demandó por daño moral por la vía civil; luego, por la vía penal, me abrió varias carpetas de investigación. Después le pasó la estafeta a mi hijo. Ahora tengo denuncias de éste, como una penal por acoso y hostigamiento porque fui y dije al juzgado que lo vi manejando un coche a los 15 años.

Almendra cuenta que sus primeros tres abogados fueron comprados por su ex marido. Todo era riesgoso y complicado hasta que llegaron la penalista Ana Katiria Suárez y Karina Cruz Domínguez de la red 50 más uno: Son mis ángeles, no me han soltado. Nos hemos mantenido juntas. Cuando se enteraron de la violencia contra mis hijos, me dijeron que jamás habían escuchado algo tan perverso.

Después de hacer público su caso, Almendra ha tenido que soportar un nuevo juicio por daño moral. Afortunadamente, el único procedimiento que se cerró fue de daño moral; no solamente lo gané. Los magistrados se tomaron el tiempo de hacer el trabajo y dijeron que era un violentador, y con un peritaje en sicología lo definen como manipulador, mentiroso, violento, agresivo, narcisista y sin empatía.

Su ex pareja, añade, lo que pide es que yo salga del domicilio, que pague la pensión de los cuatro niños; además, quiere la guarda y custodia de ellos y que no me involucre en ninguna decisión educativa o recreativa. Actualmente contrata feministas para limpiar su imagen. Conocí a una que me buscó para decirme que le ofreció 300 mil pesos por armarle un podcast y solamente era el pago inicial; afortunadamente, se negó.

Almendra intenta recuperarse de la violencia que ha padecido, un camino largo y doloroso. Retomó su carrera de sicología y se convirtió en perito.

Mi ex marido logró todo eso en completa impunidad porque quiere, porque puede y porque es de Tlalnepantla. Él y su familia controlan todo. Tienen conexiones políticas: él fue director del DIF en ese municipio, también contralor; mi ex suegro fue candidato a edil. Todos los alcaldes se codean con su centro educativo.

Añade: Yo describo a mi ex cónyuge y puedo estar dibujando al ex de muchas mujeres, a cualquier agresor vicario. Ellos proyectan sobre ti todo lo que hacen, dicen y son, y si te pueden ayudar a suicidarte, pues mejor. Quieren desaparecer a las mamás de sus hijos.

Mientras a ella no se le ha permitido convivir con su hijo sustraído y se le ha negado saber dónde vive, el padre sí ha visto a sus otros tres hijos en el Centro de Convivencia Familiar Supervisada (Cecofam). Es el lugar más peligroso en violencia vicaria porque son los que la continúan, acusa.

Define a su ex pareja como un hombre peligroso y teme por su integridad y la de sus hijos: El miedo nunca se va. Aprendes a vivir con él, se vuelve tu amigo, por eso pido la guarda y custodia de mis cuatro hijos. El juzgado les debe a ellos la paz y la tranquilidad.



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