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n 1994, tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el dinosaurio eligió a quien lo sucedió en la candidatura priísta a la Presidencia de la República: Ernesto Zedillo, coordinador de campaña de Colosio que, a pesar de serlo, no lo acompañó a Tijuana aquel 23 de marzo a la gira en la que murió como resultado de un crimen que, a 31 años de haber sido cometido, no se ha aclarado y cuyo único beneficiario fue… Zedillo.
Lo impuso como candidato el entonces presidente, Carlos Salinas de Gortari, en una jugada torpe no sólo la para la nación, también para él mismo, pues una vez que Zedillo rindió protesta encarceló a su hermano Raúl, y el ex presidente tuvo que exiliarse en Irlanda.
Quien operó de manera quirúrgica para, primero imponer a Zedillo como coordinador de campaña de Colosio, y luego al funcionario más gris del salinato como candidato a la Presidencia, fue José Córdoba Montoya, el Fouché
de Salinas, principal operador del entonces presidente y enlace con empresas extranjeras a las que se les vendió bienes de la nación. También con gobiernos de otras naciones que veían en Córdoba –francés de nacimiento– un aliado. Córdoba es un hombre al que Zedillo le tenía profunda admiración.
Zedillo no era santo de la devoción de Colosio, quien, disciplinado, no protestó ante la imposición de tenerlo como coordinador de campaña, pero sí instruyó al equipo cercano a hacerle la vida de cuadritos. En las juntas, sus aportaciones eran cuestionadas hasta la burla y el reclamo. Le llovieron apodos, le decían El Duende Bubulín por su parecido con el cantante de música infantil. Los colosistas le aplicaron la llamada ley del hielo
y la atención que de ellos Zedillo lograba atraer era exclusivamente como sujeto de mofa, como sucedió en un acto de campaña en un parque de la Ciudad de México al que llegó con pantaloncillos de ciclista.
Durante la campaña, Zedillo visitó un mercado en la Ciudad de México, el día fue caluroso por lo que un locatario le ofreció una cerveza fría. El candidato la aceptó, pero pidió que no se la dieran en la botella sino en un vaso para que en lugar de alcohol pareciera que bebía sidral. A partir de entonces él y su gobierno dieron cerveza por sidral, y sidral por cerveza, algo que fue percibido desde antes de la elección por el candidato del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, quien lo señaló durante el primer debate entre candidatos a la Presidencia de México en el que participó también Diego Fernández de Cevallos, del PAN.
Al rendir protesta, Zedillo prometió que su gobierno negociaría con el EZLN y que no habría represión ni violencia en contra suya, ni contra de disidentes o inconformes. Dos meses y medio después en un mensaje por televisión, informó la movilización de tropas y de la Procuraduría General de la República contra el EZLN. Sidral por cerveza. Su sexenio se mancó de sangre por matanzas cono las de Acteal, Aguas Blancas y El Charco.
Así como durante su sexenio pretendió dar cerveza por sidral, hoy acusa a la presidenta Claudia Sheinbaum de atentar contra la democracia debido a la elección popular y democrática del Poder Judicial, con la que los mexicanos decidiremos quiénes serán los representantes del único de los tres Poderes de la Unión cuyos integrantes no son, hasta ahora, electos por el pueblo.
Más cerveza por sidral: no se debe olvidar que el 1º de enero de 1995, mediante la figura de jubilación inmediata, separó del cargo a los 26 ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ni que durante un mes el máximo tribunal de justicia estuvo detenido; tampoco que cocinó una reforma que en 25 días disminuyó a 11 la cantidad de ministros, todos a modo, en un acto de oportunismo para operar con absoluta libertad sus reformas sexenales.
Durante la campaña, Zedillo utilizó el lema Bienestar para tu familia
. A 31 años sigue la duda: ¿la familia de quién? Seguramente la suya y la de sus amigos, porque para el pueblo no hubo bienestar, al contrario.
Consolidó el modelo neoliberal y con ello incrementó la desigualdad. Sometió la soberanía económica a intereses extranjeros. Generó una devaluación de casi 300 por ciento del peso frente al dólar, alta inflación, provocó escasez de capital de los bancos apenas privatizados en 1992, a los que tuvo que rescatar con la conversión de una deuda privada en pública, el Fobaproa.
Se debían originalmente 687 mil millones de pesos; hoy los mexicanos hemos pagado 2 billones en intereses, y se deben 1.1 billones de pesos, es decir, 685 mil millones más de lo que se debía originalmente.
Sidral por cerveza y cerveza por sidral.
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