El síndrome de Kessler, es una amenaza real que avanza en silencio y que ya estaría en sus primeras etapas, según agencias como la NASA. Formulado en 1978 por los investigadores de la NASA Donald J. Kessler y Burton Cour-Palais, describe un escenario en el que la acumulación de basura espacial desencadena una reacción en cadena de colisiones. Cada impacto genera nuevos fragmentos, que a su vez chocan con otros objetos, creando una nube creciente de desechos que podría hacer inaccesible la órbita baja terrestre.
Desde que comenzaron las misiones espaciales, la humanidad lanzó miles de satélites, cohetes y sondas al espacio. Sin embargo, la mayoría de estos artefactos no fueron recuperados, y hoy orbitan la Tierra como restos inactivos o fragmentados. Si avanza sin control, puede afectar directamente el acceso a internet, la navegación GPS, los servicios en la nube, y hasta el funcionamiento de plataformas bancarias o de streaming.

Por qué este síndrome puede dejarnos sin internet en el futuro
Es importante señalar que en la actualidad, las personas dependen de la tecnología para estudiar, trabajar, relacionarse y consumir información, por lo que el síndrome de Kessler, podría tener un impacto devastador. No habría GPS para moverse, ni conexión segura para almacenar datos, ni internet, ni redes sociales activas. También se complicarían tareas globales críticas como el monitoreo climático, la prevención de desastres o la vigilancia satelital de fenómenos naturales.
Los expertos de la Nasa advierten que el proceso hacia una órbita inutilizable debido al síndrome de Kessler, puede dividirse en tres fases. La primera de ella tiene que ver con las fallas operativas por impactos menores. Fragmentos pequeños comienzan a dañar satélites y estaciones espaciales, generando errores y anomalías en sus sistemas. La segunda etapa, son colisiones de alto impacto, tales como objetos medianos o grandes empiezan a chocar entre sí, provocando pérdidas totales de satélites y grandes desprendimientos de escombros.

La tercera fase, según los científicos de la Nasa, sería una cascada imparable de colisiones, que libera millones de fragmentos, haciendo impracticable cualquier actividad en la órbita baja de la Tierra. Si no se toman medidas urgentes, la humanidad podría enfrentarse a una era donde las misiones espaciales sean imposibles o extremadamente peligrosas, debido al síndrome de Kessler.
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