Cuando el teletrabajo llegó a nuestras vidas y su uso se expandió gracias a la pandemia, la idea de vivir en unas vacaciones perpetuas se apoderó de quienes estaban a merced de esa opción. El trabajo en remoto mientras lo hacías desde una isla paradisíaca parecía menos trabajo, y gracias a esa idea el concepto de nómadas digitales empezó a hacerse un hueco en el mundo laboral.
La realidad, en cambio, ni es nueva ni nació con la pandemia. Para muestra está la historia que compartían los compañeros de JeuxVideo del multimillonario Mario Salcedo y los problemas que acarrea su particular teletrabajo. Hace más de 25 años decidió convertir su oficina en un transatlántico y, desde entonces, ha estado trabajando de crucero en crucero.
El mayor problema de teletrabajar en un crucero
Tras 21 años trabajando en una multinacional de Miami, en 1996 decidió que lo de vivir para trabajar había llegado a un límite enfermizo, así que con 47 años lo dejó todo para crear su propia agencia de gestión de riquezas e inversión en la que monitorizar y optimizar el patrimonio de grandes multimillonarios a través de internet. Sin embargo, todo lo aprendido no se ejecutaría desde una oficina o su propia casa, se haría desde un crucero.
Durante los siguientes años Salcedo se subió a más de 100 cruceros de distintas compañías y, finalmente, convirtió el Voyager of the Seas de Royal Caribbean en su residencia habitual. Desde entonces acumula miles de días en alta mar a bordo de 1.154 cruceros, un estilo de teletrabajo que asciende a un coste de entre 70.000 y 100.000 dólares anuales.
Sin embargo, el mayor problema de Salcedo no es el dinero que le cuestan los cruceros, asegurando que le sale más barato porque sólo opta a habitaciones interiores a las que sólo acude para dormir y asearse, y tampoco el hecho de que su peculiar vida haya provocado que se le conozca como Super Mario entre los círculos de cruceros. El mayor problema de su estilo de teletrabajo es que ahora tiene más difícil que nunca volver a tierra firme.
La razón está en lo que los expertos han dado a conocer como la enfermedad del desembarco, un trastorno poco común que, tras viajes prolongados en barco, avión o incluso coche, provocan una sensación de mareo constante que mantiene la percepción de que aún se está al bordo del barco. Tal y como relata en el documental The Happiest Guy in the World, para este multimillonario volver a tierra es todo un suplicio porque su equilibrio se ha acostumbrado al balanceo de las olas, así que no ve razón para no seguir adelante con su particular teletrabajo.
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