En algún momento de la vida, todo mundo ha pensado en montar un negocio, pero en una época donde desde las cosas más básicas hasta las más complejas se pueden encontrar con poco esfuerzo, innovar es cada vez más difícil.
O no. Para muestra está el servicio que ofrece el japonés Shoji Morimoto desde hace siete años, donde atiende miles de solicitudes para realizar algo en lo que él mismo se considera todo un maestro: nada.
No interactúa, no carga cosas, no maneja autos, mucho menos tiene encuentros sexuales o toma fotos: sencillamente se renta para no hacer nada por periodos que van de las dos a las tres horas.
De acuerdo con Morimoto, de 40 años de edad, a lo largo de los siete años que lleva ofreciendo este peculiar servicio, cerca de cinco mil personas lo han contratado y no ha recibido ninguna queja. De hecho, escuchar quejas no está incluido en su contrato.
¿Cómo funciona el servicio del hombre que no hace nada?
Morimoto, quien estudió física y tiene una maestría en terremotos, llegó a la conclusión que, algunas veces, solo necesitamos la compañía de alguien para motivarnos y sentir que lo que hacemos tiene sentido.
“Estoy iniciando un servicio llamado ‘Persona de alquiler que no hace nada’. Utilice esto en situaciones en las que solo necesita la presencia de otra persona, como ingresar a un restaurante al que es difícil entrar solo, igualar la cantidad de personas para un juego o reservar un lugar para observar los cerezos en flor.
“Las tarifas son flexibles. También solo se cobrarán los costos de transporte desde la estación Kokubunji y los costos de comida y bebida (si corresponde). No puedo hacer nada más que dar respuestas muy simples”, explica Morimoto en su cuenta de X.
Usualmente, la sesión de compañía con el experto en no hacer nada tiene una duración que va de las dos a las tres horas y un costo de cerca de 75 dólares, unos mil 500 pesos y, en casos excepcionales, la comida, en la que Morimoto destaca por no ser exigente.
Y aunque Morimoto es bastante comprensivo con sus clientes, también tiene límites. En su libro de memorias, el científico señala que ha rechazado viajes al extranjero, propuestas indecorosas e invitaciones a conciertos.
“He rechazado un buen número de propuestas para ir a conciertos. No sé mucho sobre música y la mayoría de los conciertos a los que me han invitado son de artistas de los que nunca he oído hablar”, señala.
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