Con una mezcla de novela visual y combates tácticos por turnos, The Hundred Line: Last Defense Academy ha capturado la atención de muchos jugadores; prueba de ello es el 90 % de calificaciones positivas en Steam. Sin embargo, detrás de este colosal proyecto narrativo se esconde una realidad compleja: el desarrollo ha sido tan costoso que ha dejado a su estudio, Too Kyo Games, al borde de la quiebra, según confesó el propio Kazutaka Kodaka. Ahora luchan por mejorar la situación con el juego ya en el mercado.
The Hundred Line ha llevado a Too Kyo Games a rozar la bancarrota
Pese a las buenas críticas y unas ventas sólidas para su género, The Hundred Line ha supuesto una apuesta total por parte del equipo. Kodaka ha compartido en redes sociales que, aunque le gustaría traducir el juego a más idiomas o llevarlo a consolas, la falta de fondos lo impide. Por ahora, el título solo está disponible en japonés, chino e inglés, y con pocas probabilidades de expansión a corto plazo. “Si puedo saldar mis deudas y conseguir suficientes fondos operativos para la empresa, me encantaría empezar de inmediato”, añadió.
Este titánico proyecto ha sido descrito por los fans como una pesadilla fractal de decisiones narrativas. Con más de 50 horas de juego, algunos usuarios apenas han desbloqueado tres de los 100 finales disponibles. La estructura ramificada del juego permite explorar líneas argumentales radicalmente distintas según las elecciones del jugador, lo que puede llevar a sesiones de más de 130 horas para completar todo su contenido. De hecho, hasta el propio Guillaume Broche, director creativo de Expedition 33, aprovechó para recomendarlo a viva voz.
Aun teniendo en cuenta los riesgos que supuso este proyecto, Kodaka no se arrepiente. En una entrevista reciente, afirmó que apostó todo en esta producción como si fuera una batalla personal: sus habilidades, su dinero y el futuro del estudio. Mientras Too Kyo Games enfrenta la incertidumbre, The Hundred Line: Last Defense Academy ya está disponible en Steam por 60 euros, consolidándose como uno de los experimentos narrativos más audaces del año.
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