Escribió novelas, cuentos, ensayos y artículos periodísticos, y fue un “inmortal” en vida, como primer miembro de la Academia Francesa de la Lengua que no escribía su obra en francés. Allí ocupa un asiento entre Voltaire, Montesquieu, Victor Hugo y Alejandro Dumas, además de pertenecer a la Real Academia Española.
El escritor peruano Mario Vargas Llosa (1936-2025), fue un prolífico hombre de letras: veinte novelas, un libro de cuentos, diez obras de teatro, catorce de ensayo, dos de crónicas y uno de memorias, así como cantidad de artículos y sus destacadas columnas en el diario español El País. Y también incursionó en la política.
Criticado por muchos, admirado por tantos más, el autor, que recibió el Premio Nobel de Literatura en 2010 (sólo once escritores de habla hispana lo han obtenido), además de otros galardones, como el Premio Miguel de Cervantes, formó parte del boom de la literatura latinoamericana, un movimiento que revolucionó la narrativa del siglo XX en lengua española, junto los mexicanos Carlos Fuentes y Juan Rulfo, el colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Julio Cortázar y el uruguayo Juan Carlos Onetti, entre otros grandes nombres.
Un escritor del boom que se alejó de la tribu
Su novela La ciudad y los perros (1963), que lo catapultó como autor, basada en sus vivencias de juventud en el colegio militar Leoncio Prado, le valieron censura y amenazas: mil ejemplares fueron quemados por militares y exalumnos en el patio del colegio
Más tarde, su decepción por la Revolución Cubana lo llevó a distanciarse de los ideales políticos marxistas de varios escritores del boom, y comenzó a identificarse con un pragmatismo liberal que, según dijo, lo alejó de muchos de los autores de esa época. En La llamada de la tribu (2018), Vargas Llosa desarma el mecanismo de los nacionalismos y las ideologías totalitarias, en un relato autobiográfico.
Defensor de la lengua española, o castellana, como solía decir, la consideraba “la gran contribución de España al mundo”, en tanto criticaba la pérdida de su condición de lengua vehicular oficial en ese país.
“Vargas Llosa no solamente es el último gran clásico en lengua castellana, sino que también es ya una figura de la gran literatura universal”, dice a DW Rafael Narbona Monteagudo, crítico literario , escritor y ensayista, desde Madrid
“Ha dejado media docena de obras maestras que pueden competir con los textos más superlativos, como Conversación en La Catedral, que está a la altura del Ulises, de James Joyce. Y La fiesta del chivo, esa gran novela histórica sobre la figura del dictador, tiene un aliento a Tolstoi en Guerra y paz“, señala. “No se me ocurre ninguna figura equivalente. Tal vez en España teníamos a Javier Marías, pero con una obra más escasa y menos polémica”, sostiene.
Vargas Llosa, lejos del regionalismo ´for export´
Para Carlos Gamerro, escritor y crítico literario argentino, Vargas Llosa es “un escritor importantísimo”. Al contrario de una determinada visión de Latinoamérica “un poco del gusto del consumidor del primer mundo, de una Latinoamérica ‘for export’, Vargas Llosa se mantiene muy firmemente anclado en la tradición realista, y, al mismo tiempo, sus técnicas narrativas son de vanguardia, con una influencia muy notoria de William Faulkner, que aplica técnicas del modernismo literario, renovando la tendencia regionalista”. Gamerro cuenta que empezó a leer a Vargas Llosa a los 17 años: “Fue uno de los escritores que más me impactó en ese momento”, recuerda.
Vargas Llosa, caracterizado como uno de los narradores más completos de la literatura latinoamericana, “lleva adelante un realismo triunfante”, explica Gamerro.
“Su técnica rigurosa está alejada de los saltos en el tiempo, las diferentes perspectivas y las simultaneidades”, destaca Narbona.
El autor, que dijo extraer de las imágenes que lo atravesaban el material para sus historias, “comenzó incorporando el estilo de los grandes renovadores de la novela, como James Joyce y Faulkner, y luego se decantó hacia una literatura más sencilla, más extensa”, explica Narbona. “Incluso adoptó un tono humorístico en La tía Julia y el escribidor, o en Pantaleón y las visitadoras”, detalla.
Narrativa “poderosa e influyente”
Carlos Gamerro subraya que Vargas Llosa “es el último representante de una generación de escritores que convirtieron a la literatura latinoamericana en la narrativa más poderosa y más influyente de la segunda mitad del siglo XX”. Entre esos autores, Gamerro incluye a José Donoso, José Lezama Lima y Guillermo Cabrera Infante.
“Todavía en Latinoamérica estábamos mirando hacia Europa o Estados Unidos para ver de qué forma escribir, y si nos aprobaban. Y a partir de ahí, diría que la literatura latinoamericana se transforma en uno de los pilares de ese fenómeno, que pasa a ser un modelo para otras literaturas del tercer mundo, como las de África, o en Asia, la de la India, que claramente despegan con fuerza a partir del boom latinoamericano”. Y ejemplifica: “Si uno se preguntara: ¿qué hubiera escrito Balzac si fuera latinoamericano?, la respuesta sería la obra de Vargas Llosa”.
El Vargas Llosa político: defensor a ultranza del neoliberalismo
Muchas de sus tomas de posición políticas a favor del neoliberalismo fueron objeto de críticas. A propósito de cómo valorar esas posturas, de si se puede separar al autor y a su obra, Rafael Narbona dice: “Me parece un absurdo mezclar sus ideas políticas con la valoración de su obra. Los textos tiene un valor autónomo. Se sintió muy desilusionado al comprobar que Cuba no es una utopía, sino una dictadura”.
Sin embargo, Narbona dice que le resulta incomprensible que Vargas Llosa alabara a Margaret Thatcher, a Isabel Díaz Ayuso, y más recientemente, a Javier Milei. “Lo de Milei me pareció decepcionante. Pero tampoco creo que fuera un fascista. De hecho, estaba a favor del matrimonio homosexual, del aborto, de la eutanasia. Era un demócrata”, sostiene. “Pero discrepo en su entusiasmo por el neoliberalismo; de esos polvos vienen estos lodos”, consigna, “hasta llegar a Donald Trump”. Pero eso no es motivo para “cancelar” a un escritor, opina.
Carlos Gamerro, critica, en lo político, “su defensa a ultranza del neoliberalismo, y más en los últimos tiempos, en los que este ha llevado a varios países a una situación insoportable”.
Pero resalta que “la ideología de un autor no necesariamente se transmite en su obra. Yo creo que hoy es un día para para celebrar al gran escritor Vargas Llosa y dejar un poco de lado los reparos ideológicos”.
(ers)
Deja una respuesta