No hay dolor más grande que despedir a un amigo, a ese compañero fiel que siempre estuvo, sosteniéndote aún cuando tu no podías. Si en las personas, es doloroso hablar de este tipo despedida, con nuestras mascotas se habla más, aunque sigue siendo un tabú. Por eso una veterinaria, ayuda a ambos lados a una buena despedida.
Afrontar la muerte
Lluvia Castro,veterinaria, pone en palabras, presencia y ternura donde suele haber silencio, prisa o miedo. Su labor no solo alivia el sufrimiento de los animales, sino que transforma la despedida en un acto íntimo, consciente y profundamente humano. Con esa visión nació Adéu Amic, un proyecto creado para ofrecer eutanasias a domicilio y acompañamiento respetuoso en el momento más delicado.

Según Lluvia, es muy importante donde nuestro compañero se despide de este mundo, es preferible que sea en la casa, porque aporta tranquilidad e intimidad imposible de reproducir en la clínica veterinaria. El silencio, los olores familiares y la seguridad de estar en su propio espacio hacen que el animal este más clamado, y que sus últimos momentos sean mucho más serenos. Dándole, esa despedida, para humanos y animales, con esa libertad emocional de poder expresarse en la despedida.
El enfoque principal es asegurar que el animal esté tranquilo y en paz. Cuidar el entorno con música suave o aromas relajantes como la lavanda puede favorecer una despedida más serena y dejar un recuerdo amoroso. Las familias tienen que saber el proceso de despedirse de su peludo puede ser amable, sin dolor, y que hacerlo con tranquilidad y con algo de tiempo es algo que siempre agradecerán siempre.
La presencia de la familia en el momento de la despedida es fundamental, tanto para el bienestar del animal como para la vivencia emocional de los tutores. El contacto, la voz y las caricias les transmiten calma y confianza, permitiéndoles irse en paz.

El mensaje final
Lo último que dice Lluvia al respecto: “lo más importante es prevenir ese momento, y para eso estamos los veterinarios en las clínicas y hospitales. Sabemos que dolerá, y que no es una decisión que se deba tomar sin meditarla, tanto por parte de las familias como del veterinario responsable del caso. Sin embargo, duele aún más cuando se tarda demasiado en tomar esa decisión. Insisto en que nunca habrá un momento perfecto, pero prepararse para ello es algo que siempre agradecerán.”
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