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Continuamos sin atender a la naturaleza


L

as recientes imágenes de autos cubiertos casi por completo por el agua en vialidades de la Ciudad de México se han convertido en sinónimo de impotencia, desesperación y hasta pánico. ¿Cómo no asustarse cuando en pocos minutos se ve perdida la inversión de meses de trabajo?, ¿de qué forma no cuestionar e incluso no culpar a las autoridades por el descuido en que se encuentran diversas localidades del país?

El pasado 2 de junio las intensas lluvias provocaron un caos y preocupación, principalmente en el centro del país; de acuerdo con la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil de la Ciudad de México, la alcaldía Iztapalapa fue la que más sufrió daños donde además de inundaciones también se detectaron caídas de árboles.

Lo he mencionado con anterioridad: la naturaleza nos envía mensajes contundentes y a pesar del incremento en la fuerza de los fenómenos naturales o lo atípicas que se han vuelto diversas circunstancias continuamos sin tomar las medidas adecuadas para la prevención.

¿Deberíamos atribuir al cambio climático el aumento en la intensidad de las lluvias? Aunque la respuesta podría resultar notoria, aún algunos cuestionan la relación entre el aumento en las temperaturas y la intensidad de las precipitaciones, pero además, de acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial (OMS), el aumento del nivel del mar y el calentamiento de los océanos serán irreversibles durante siglos.

Aunque el martes las lluvias intensas no se hicieron presentes en la Ciudad de México la Comisión Nacional del Agua (Conagua) confirmó la llegada de un nuevo ciclón tropical por lo que se predijeron fenómenos atmosféricos que impactarán en el clima de toda la República y sus efectos comenzaron el 4 de junio.

El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) pronosticó lluvias intensas en 11 estados del país, así como oleaje elevado en Yucatán y la costa del Pacífico; incluso en entidades del norte se prevén chubascos y rachas fuertes de viento con posibles tolvaneras.

Paradójicamente, la ola de calor prevalecerá en gran parte del país, generando una combinación bastante extraña lo que podría provocar que las lluvias estén acompañadas de descargas eléctricas, fuertes vientos y posible caída de granizo.

Nuestra negligencia y descuido nos hacen exponernos a situaciones peligrosas, por ejemplo, lo sucedido en Acapulco el lunes, cuando a pesar de que con varios días de antelación la población fue advertida sobre el fenómeno de mar de fondo que afectaba al litoral del Pacífico mexicano una ola de gran tamaño sorprendió a varios bañistas y los arrastró con fuerza.

La ola fue videograbada y de forma rápida se hizo viral en redes sociales. Si bien las personas fueron rescatadas, la escena muestra la fuerza y lo inesperado de algunos fenómenos, así como los peligros que representan.

Pero, ¿si no podemos saber con suficiente certeza qué es lo que sucederá en el ambiente, de qué forma podemos ayudarnos a enfrentarlo? Pese a que la respuesta pareciera simple y se ha repetido constantemente, con preocupación y tristeza hemos sido testigos de que aún no se ha prestado la suficiente atención a la prevención.

Hace dos semanas, escuché la participación del doctor José Antonio Lozano Díez, presidente de la junta de gobierno de la Universidad Panamericana y el IPADE, durante su sección en el canal de Grupo Radio Fórmula: No siempre podemos controlar lo que sucede a nuestro alrededor, pero sí podemos controlar cómo reaccionamos ante ello.

Se supone que de los errores deberíamos aprender, por lo que la prevención tiene que jugar un papel decisivo; aunque en muchas ocasiones atribuimos el tema a las instancias especializadas y gubernamentales, lo cierto es que es un trabajo de todos e incluso ha comenzado a ser un tema decisivo en los diferentes niveles educativos.

La preocupación sobre la manera en la que no podemos prever la intensidad y frecuencia de los fenómenos naturales debería impulsarnos a replantearnos escenarios y estar preparados para la mayor cantidad de ellos, por fortuna a escala mundial se ha comenzado a poner mucha más atención, por ejemplo el Foro Económico Mundial, a través de análisis, ha mencionado que algunas de las medidas más importantes dentro del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030 son: 1) comprender el riesgo de los desastres; 2) fortalecer la gobernanza del riesgo de desastres; 3) invertir en la reducción del riesgo de desastres para la resiliencia, y 4) aumentar la preparación para casos de desastre para dar una respuesta eficaz y reconstruir mejor en los ámbitos de la recuperación, la rehabilitación y la reconstrucción.

Mucho puede analizarse sobre el tema; sin embargo, no se puede perder de vista que la falta de inversión en la prevención y la carencia de planes para dar respuestas eficaces pueden convertirse en elementos que signifiquen la diferencia entre la protección de comunidades y economías, pero sobre todo entre la vida y la muerte.

Es innegable que a las instituciones les queda mucho por atender y estudiar con respecto a la prevención y la protección civil en nuestro país, pero también es necesario que como población contemos con un plan de emergencia familiar y aprendamos a enfrentar con responsabilidad, resiliencia y acciones certeras a los eventos que no podemos controlar.

*Consultor en temas de seguridad, inteligencia, educación, religión, justicia y política



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