Una de las procesiones más emotivas, por su simbolismo y por estar encabezada por la Virgen de la Soledad, es la del Silencio. Esta se realiza durante el Viernes Santo en las calles de San Luis Potosí, las cuales son ocupadas por mujeres con mantillas y hombres con capirotes.
Los participantes en ella son conmovidos por el dolor que sintió la Virgen María al buscar a su hijo, quien había sido apresado y condenado a muerte por un tribunal en Jerusalén, según cuentan los Evangelios.
En el siglo XVI, en plena Edad Media, el Concilio de Trento dispuso que las imágenes religiosas se sacaran de las iglesias en días marcados, con el objeto de ayudar al proceso de evangelización.
Así, en 1521, el marqués de Tarifa, una de las máximas autoridades en la ciudad de Sevilla, España, le dio forma a una tradición de siglos atrás, donde los habitantes de la urbe marchaban a las iglesias en forma de súplica por diversos favores.
Con el paso de los siglos, la conmemoración de la Semana Santa en Sevilla se convirtió en la inspiración para centenares de ritos realizados en todo el mundo, incluyendo la Procesión del Silencio de San Luis Potosí.

Fe, duelo y esperanza
Se dice que, en 1953, la orden de los Carmelitas Descalzos retomó la tradición y formas de la Procesión del Silencio de Sevilla, España, que se realiza desde hace siglos. Trece años tuvieron que pasar para que se realizara ya, de manera formal, e incluyera a cientos de habitantes de la capital potosina.
El uso de mantillas, a la usanza española, y capirotes como los que usaban los encauzados por el Santo Oficio durante la Edad Media, contrasta con la luz que proyectan las centenares de velas que avanzan en manos de los fieles.
Las blusas de las dolientes son ricamente bordadas con escenas que remiten al dolor sentido por la Virgen María ante la pérdida de su hijo, mientras que una pesada capa de silencio envuelve a la ciudad.
De acuerdo con la Secretaría de Turismo local, más de 2 mil 500 personas participan cada año en esta tradición, que atrae a decenas de miles de visitantes que comparten su pasión religiosa.
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