Hay pocos países que tengan una palabra específica para hablar de las consecuencias de llevar el trabajo al extremo, y Japón es uno de ellos. Hablamos de un país en el que más de un 10% de la población no duda en superar las 60 horas de trabajo semanales, así que frente a esa adicción al trabajo, hacer funcionar allí la semana laboral de cuatro días es un desafío considerable. Uno que Microsoft no dudó en afrontar hace ahora cinco años.
El experimento, que debía conseguir que los workaholics japoneses estuviesen dispuestos a ver recortada su jornada para enfrentarse a una semana de cuatro días laborales, también debía cubrir otros dos retos adicionales. Por un lado debía demostrar cómo el recién lanzado Microsoft Teams podía hacer posible ese cambio. Por el otro, convertirse en la excusa perfecta para atraer talento a las oficinas de Microsoft bajo la promesa del 100-80-100.
La semana de cuatro días en Japón
Tal y como recogían otros proyectos similares de la organización 4 Day Week, el objetivo es conseguir suficientes pruebas para demostrar que el modelo 100-80-100, que hace referencia al 100% de salario, un 80% de horas y un 100% de eficiencia; es viable en cualquier tipo de contexto y cultura. Digamos que, si podía funcionar entre los adictos al trabajo de Japón, puede hacerlo en cualquier sitio.
Con cinco viernes libres seguidos sin recorte salarial para 2.300 empleados, Microsoft fomentó el uso de Teams para recortar las reuniones de 60 a 30 minutos y con un máximo de cinco asistentes, y forzó a sus empleados a ser más proactivos en vez de sumirse en una maraña de correos electrónicos. La combinación, junto al reto de tener que hacer lo mismo en cuatro días en vez de en cinco, reventó los índices de productividad.
Las cifras de productividad por empleado subieron hasta un 39,9% respecto al mismo mes en el año anterior, el consumo eléctrico de la oficina cayó un 23% frente al mismo periodo, y la impresión de papel se redujo en un 60%. En resumen, un éxito brutal en el entorno más complicado posible que, además de poner a Microsoft Teams aún más en el mapa, suponía un incentivo para atraer y retener talento tanto japonés como extranjero.
Tras el éxito, el equipo anunció un nuevo reto a finales de ese mismo año antes de decidir si adoptaban la semana de cuatro días como norma, pero la mala suerte quiso que todo aquello ocurriera en 2019 y, con la llegada de la pandemia, el teletrabajo y los modelos híbridos terminaron monopolizando la conversación. Aunque el ejemplo de Microsoft en Japón se ha convertido en uno de los más destacados a la hora de demostrar las bondades de la semana laboral de cuatro días, el mundo parece reacio a dar el salto definitivo.
Imagen | Irseoul en Midjourney
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