Repasando mi biblioteca de Steam en busca de alguna de esas joyitas que a veces uno no sabe que tiene —si eres pecero como un servidor, conocerás esa sensación— me di de bruces con un juego al que guardo tanto cariño como respeto: se trata de Superliminal, de Pillow Castle.
En el momento de escribir estas líneas, el juego registra casi 25 000 reseñas en la plataforma de Valve; lo cual me sorprende bastante porque no esperaba que fuese tan popular. El 95% de reseñas positivas recientes que tiene, en cambio, sí me lo esperaba porque lo poco que te promete, lo hace genial.
Por si no lo conocías, Superliminal llegó en 2020 y hasta donde recuerdo, es el primero de ese subgénero de rompecabezas que coquetean con tu sentido de la perspectiva; de la misma manera en la que el más reciente y conocido Viewfinder también se apoyaba en la rama psicológica de la Gestalt.
Específicamente, la mecánica central de Superliminal era la manipulación de objetos que tanto hemos visto en el mundillo del survival horror, solo que aquí el tamaño de los mismos es cien por cien relativo: cuando sostienes algo en la mano, el juego retuerce el sentido de la profundidad y lo desconecta.


O lo que es lo mismo, al sostener un objeto cerca de la cámara no solo parece grande por la cercanía respecto a esta, sino que realmente es grande. Una sensación surrealista con la que te dejan familiarizarte a gusto al comienzo de la partida, y que luego se tergiversa de mil maneras a lo largo de la campaña.
Una campaña tan efímera como original
Aquello me gustó mucho por una razón increíblemente simple: es un juego corto. El recorrido principal no me duró ni tres horas, y eso que me atasqué en alguna sección. Pero no me quedé con ganas de más, ojo. Superliminal dura lo que tiene que durar. Viene, te trastoca la cabeza como le viene en gana y se va.
Y ahí está la magia del juego, diría yo. No será tan grande ni relevante como un Portal, pero hace su cosa sin despeinarse, se queda contento tras hacerte cosquillitas en la materia gris y el que quiera estirarlo, pues ahí tiene los logros y el multijugador —la campaña en sí no tiene mucho interés rejugable, pero como te digo, es un poco parte de la gracia.
¿Te mola la idea de que una pieza de ajedrez pueda medir entre cuatro centímetros y cuatro metros? Dale caña. En el momento de escribir estas líneas, está casualmente de oferta (no lo hice aposta, juro) por 5,70 euros hasta el 15 de septiembre; que en mi opinión es un precio bastante razonable para lo que te va a durar y la experiencia en sí es una de esas que no se olvidan con facilidad.
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