Puede que Japón sea uno de los pocos países que se ha propuesto acabar con los atascos de tráfico cueste lo que cueste. A principios de los 2000, un grupo de varias universidades niponas intentase llevar a la realidad lo que los estudios sobre la congestión en carreteras ya había demostrado a nivel de simulación. Ver hasta qué punto las caravanas son uno de los mayores absurdos de nuestra civilización resulta hasta hipnótico.
La prueba pretendía demostrar lo que la planificación de carreteras y el mundo del urbanismo sabía ya de antemano gracias a las simulaciones. El efecto acordeón que producen los atascos, esa situación en la que los coches se amontonan juntándose en un punto para luego continuar la marcha como si nada, no nace de la nada. Siempre es culpa de alguien que va demasiado lento o demasiado rápido.
Anatomía de un atasco
Para poner a prueba la teoría y conseguir trasladarla al mundo real, el experimento puso a 22 vehículos en un circuito circular de 230 metros y un único carril. A todos los conductores de dichos vehículos se les informó que lo único que debían hacer era llevar el coche a una velocidad constante de 30 kilómetros por hora manteniendo la distancia con el vehículo que tenían delante.
Como todos irían a la misma velocidad en una pista circular, mantener ese ritmo haría que no se produjese el atasco. Sin embargo, para sorpresa de nadie, apenas unos minutos desde el inicio de la prueba, el efecto acordeón empezaba a hacer acto de presencia reduciendo la velocidad media del recorrido hasta los 20 kilómetros por hora.
El vídeo de la prueba que tenéis a continuación resulta hasta hipnótico, comprobándose cómo la tarea más aparentemente fácil del mundo queda completamente arruinada por alguien que decide ir más lento de la cuenta. Para intentar cubrir los huecos generados por el atasco, los vehículos aumentaban su velocidad hasta los 40 km/h antes de verse obligados a detenerse de nuevo, iniciando así un bucle sin fin que parece salido de la nada.
Tal y como recogían los responsables del estudio y análisis posteriores, la sospecha está en que uno de los conductores se enfrenta al desafío de forma más nerviosa que el resto, lo que deriva en una situación completamente opuesta a lo que la lógica debería mantener: “Si se hubiera establecido un experimento con robots conduciendo en un círculo perfecto, no se habría producido una interrupción del flujo. El error humano es necesario para causar las fluctuaciones en el comportamiento”.
El Shako Shomeisho de Japón que ha reducido los atascos
Pese a la cultura de Japón respecto a seguir las normas y ser lo más respetuosos posibles, lo cierto es que sus grandes ciudades tampoco han permanecido ajenas al problema de los atascos de tráfico. Una isla densamente poblada y con una de las metrópolis con más gente del mundo, con alrededor de 40 millones de personas, resulta a todas luces el caldo de cultivo perfecto para esa congestión.
Sin embargo el gobierno japonés no tardó en ver hasta qué punto aquello iba a convertirse en un problema, así que impulsó una serie de medidas enfocadas a atajarlo de raíz. Aunque es fácil caer automáticamente en que en su red de transporte público está la clave del éxito para conseguirlo, en realidad está lejos de ser lo único que han abrazado.
Aún más importante es el hecho de que, en Japón, ser propietario de un vehículo es poco más que un lujo. No es sólo que los costes de mantenimiento, inspección o estacionamiento sean asombrosamente altos, alcanzando precios de hasta 77.000 yenes por una plaza de garaje (alrededor de 500 euros al cambio), es que además hay una restricción inamovible frente a la posibilidad de tener coche propio.
La medida que impulsaron en 1962 se conoce como Shako Shomeisho. Con Tokio manteniendo una media de 0,32 coches por hogar, la clave de este sistema es que, para poder adquirir un vehículo, el interesado tiene que demostrar que tiene un lugar donde estacionar el coche, así que si no tienes una plaza de garaje donde dejarlo por la noche, se te prohíbe la compra. Aunque la idea roza el clasismo, el tiempo y sus casi inexistentes atascos han terminando dándole la razón al país.
Imagen | Arc en Midjourney
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