Gustavo Leal F.
P
edro Kumamoto, antes defensor de candidaturas independientes para lograr una transformación profunda
de la política mexicana y ahora aliado de Morena (incluso hundiendo a su propio partido local, Futuro), se atrevió a sostener que el futuro de las pensiones se puede corregir y México ya empezó
( El Financiero, 29/4/25), aseveración sin fundamento técnico especializado alguno –digna de un elástico político profesional como Kumamoto–, pero insostenible bajo la firma de un secretario general interino de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS), cargo que le confirió Zoé Robledo, director general del IMSS, el 16 de diciembre de 2024.
Su perorata pretende argumentar que durante
décadas, hablar de pensiones fue, para muchas personas trabajadoras, un ejercicio de resignación. Los montos esperados se reducían con el paso de los años. ¡Cierto y no! Efectivamente, los primeros sistemas financieros de seguros de pensiones no consideraron las dinámicas: ellas llegaron con la reforma al artículo 57 de la Ley del IMSS (1980), buscando que se ajustara a fluctuaciones salariales y costo de vida, manteniendo el poder adquisitivo.
Luego aclara
que la promesa
de un retiro digno parecía alejarse más y más, especialmente para quienes
cotizaban en el sistema de cuentas individuales. Su aseveración no corresponde y está enteramente fuera de los tiempos en que fueron aprobadas las reformas neoliberales a los seguros de pensiones IMSS-97 e Issste-2007: lógico en un político profesional sin entendimiento técnico. Y todavía agrega temerariamente una frase de mercadólogo: el retiro no puede seguir siendo una lotería
, aseveración nuevamente del todo incorrecta: retiro es jubilación, que deriva de jubileo. ¿Cuál lotería? Y ya encarrerado se anima a establecer doctamente los tres
grandes desafíos que enfrentan hoy los sistemas de pensiones: alta informalidad, envejecimiento poblacional y baja densidad de cotización. ¡Nada nuevo!: la manida doxa tecnocrática de siempre. Muy muy lejos queda de su alcance de político profesional que el mayor desafío consiste en tratar de entender que el tema a debate es contar con mejores pensiones derivadas de un rediseño profundo del sistema vigente y de mejores salarios de cotización. Ninguna lotería.
Pero inmediatamente después llega su momento para agradecer el encargo
que le confirió Robledo y elogiar sin piedad –ni argumentos– el segundo parche AMLO al Sistema de Ahorro para el Retiro: el mal diseñado y financieramente inestable Fondo de Pensiones para el Bienestar (FPB). Dice Kumamoto: frente al desafío pensionario no
existen soluciones mágicas, pero hay
caminos posibles. El FPB es uno: desde
la CISS, donde acompañamos a 90 instituciones de seguridad social de América, aprendimos que las reformas sostenibles no son sólo las que tienen buena técnica, sino las que logran legitimidad política
. Cabe justamente preguntar si ese FBP la logró. Podemos asegurar enfáticamente que ¡no!, salvo la que le regala Kumamoto.
Pero en todo caso, el problema es que desde la secretaría general de la CISS no corresponde a Kumamoto emitir tales aseveraciones. Ésta es un organismo internacional técnico especializado desde la cual no puede sostener que han aprendido que las reformas sostenibles no son sólo las que tienen buena técnica, sino las que logran legitimidad política
.
La asistencia técnica que brinda la CISS es únicamente para las instituciones que la conforman, esto es, 95 miembros de 35 países y territorios de América. La asamblea general es su órgano máximo y el comité permanente es su órgano de gobierno y ejecución responsable del cumplimiento de los programas y decisiones de la asamblea general. La presidencia, sin ser en términos del estatuto un órgano de la CISS, posee la representación legal ante las autoridades del Estado mexicano, que es el país sede.
El cargo que confirió Robledo a Kumamoto, la secretaría general, no forma parte de ninguno de los órganos colegiados de la CISS. Sus funciones son de mero carácter de apoyo administrativo. Así que desde ahí, Kumamoto no puede emitir tales aseveraciones. Y si lo hace está en falta.
Además, antes de su actual afiliación a Morena, Kumamoto defendía campañas austeras y financiadas por la ciudadanía. Pero resulta que, por su actual cargo administrativo en la CISS, hoy está exento del pago de impuestos federales directos sobre sueldos, emolumentos e indemnizaciones por el ejercicio de sus funciones, descontando las cuotas obrero-patronales del IMSS, para el alto sueldo que devenga en la CISS y desde la cual publicita ahora el FPB.
Kumamoto no sólo carece del entendimiento técnico mínimo para ocuparse de ese parche pensionario, sino que, además, habla en su porrista defensa desde un lugar: la CISS, donde no puede hacerlo. ¿Por qué y por quién está ahí? ¿Merece seguirlo estando?
* UAM Xochimilco
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