La ciudad de Puebla es una de las urbes más ricas en cuanto a historia y cultura en el país. Sus iglesias y edificios coloniales dan testimonio de cómo fue la vida en México antes de convertirse en una nación independiente, y a través de sus calles se pueden conocer las historias que han contribuido a forjar la identidad de la capital del estado.
Como todas las grandes ciudades, Puebla también es cuna de famosas leyendas, algunas tan asombrosas como inquietantes. Una de estas historias es la de la Fuente de los Muñecos.
La Fuente de los Muñecos, ubicada Xonaca, uno de 7 barrios originarios de Puebla, es una estructura circular techada, conformada por arcos de cantera; está rematada con un barandal de piedra adornado con faroles.
Al centro de la fuente decorada con talavera, se encuentran las estatuas de una niña y un niño tallados en piedra; ella lleva trenzas, un vestido y un libro bajo el brazo, y lo abraza a él, quien viste un overol y una camisa. La leyenda dice que ambos eran hijos de un caballerango que trabajaba para el general Maximino Ávila Camacho, hermano del presidente Manuel Ávila Camacho, quien fue gobernador de Puebla en la primera mitad del siglo XX.
¿Qué pasó con los niños de la fuente?
Se cuenta que una mañana, mientras se dirigían a la escuela, una tormenta sorprendió a los niños a medio camino. No se sabe con certeza qué ocurrió, pero nunca llegaron; se cree que cayeron a un pozo, pero los habitantes del barrio que se dedicaron a buscarlos jamás encontraron sus cuerpos.
Conmovido por la historia, para inmortalizarlos el general Maximino Ávila Camacho ordenó construir la fuente justo en el sitio donde se cree que ambos niños desaparecieron.
Se escuchan risas alrededor de la fuente
La leyenda dice que durante las madrugadas se pueden escuchar risas alrededor de la fuente, además de pasos de niños pequeños que chapotean entre las calles empedradas, incluso se cuenta que quienes tienen el valor de asomarse a la fuente pueden ver a los dos niños vivos, mojados por el agua, parpadeando sin apartar la mirada antes de volver a ser estatuas de piedra.
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