La malaria o paludismo es una de las enfermedades tropicales más difundidas en el mundo. Transmitida por los mosquitos anofeles infectados por parásitos, esta enfermedad afecta a más de medio millón de personas al año.
Aunque su letalidad ha disminuido a lo largo del tiempo, lo cierto es que la humanidad ha peleado contra esta enfermedad desde hace siglos. Y producto de esa lucha intensa nació algo que en su momento fue una medicina y ahora es uno de los cocteles más famosos del mundo.
Se trata del gin tonic, esa mezcla fresca de ginebra y agua quina, limón y todos los ingredientes que lleguen a tu imaginación, la cual se puso de moda desde principios de la presente década.
Su historia es la de una necesidad que se transformó primero en nostalgia y luego en un gusto para un negocio que, actualmente, vale millones de dólares en un mundo sediento de anécdotas.
¿Cómo nació el gin tonic?
El origen de la ginebra data de la Edad Media, cuando alquimistas neerlandeses lograron destilar las bayas de enebro, un árbol cuyos frutos eran empleados en medicamentos desde la Antigua Roma, para crear un aguardiente fuerte.
En el siglo 18, cuando los británicos intentaban conquistar el vasto territorio de la India, se encontraron con varios obstáculos, entre ellos enfermedades que no conocían, como la malaria o paludismo.
Para combatirlo, tomaban una solución hecha con tintura de quina, la cual tiene un sabor extremadamente amargo. Para hacerla bebible, la mezclaban con un poco de ginebra y azúcar. Funcionó tanto que se convirtió en parte de las raciones militares.
Al final de la guerra, el trago se hizo muy popular en todo el mundo. Tanto, que el mismísimo Winston Churchill dijo que el gin tonic ha salvado a más soldados ingleses que todos los médicos del Imperio Británico juntos.
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