Natalia Lafourcade “hace chiquito” el Metropolitan

Una silla, una lámpara de mesa, su guitarra y su voz bastaron para que Natalia Lafourcade (Ciudad de México, 1984), trasladara la intimidad de su sala al teatro Metropolitan, para que los poco más de tres mil asistentes vivieran, por cerca de dos horas, una noche íntima para disfrutar de su Cancionera favorita.

Como una obra teatral, en tres actos la cantante de 41 años se apoderó del recinto ubicado en el centro histórico de la Ciudad de México, y utilizando apenas un octavo del escenario, que hizo las veces de su habitación, como ella misma lo dijo, realizó un paseo por su historia musical, desde sus inicios En el 2000, hasta el más reciente álbum que le da nombre al show.

Una Natalia sin urgencia de llamar masivamente a sus fans a un venue más amplio, por ahora, se desenvolvió cómodamente en la intimidad del Metropolitan.

Ataviada en un vestido largo rojo carmesí, abrió el espectáculo visual con Cancionera, el primer sencillo de su nuevo material. Apenas una luz roja iluminaba a Natalia al centro del escenario que llenó de misticismo con De todas las flores y Cariñito de Acapulco.

Inmediatamente después, vestida con un traje sastre, una botella de mezcal y un pequeño telón rojo de fondo, se entregó a su gente dándoles un Pajarito colibrí, María la Curandera (recordando a la oaxaqueña María Sabina), Soledad y el Mar, Mexicana hermosa, y la nueva propuesta llamada El Palomo y la negra, cantada en karaoke con el público que siguió la letra con la guía repartida a la entrada. Su guapachoso éxito Nunca es suficiente cerró la primera parte.

Cambiando de lado del escenario, pero sin dejar de hacer chiquito el lugar, arrancó con Para qué sufrir y la melancólica El lugar correcto. Entonces, la Natalia de este acto, encendió la máquina del tiempo para interpretar la trágica Amarte duele, la cómica En el 2000 y la bossa-nova Un pato.

El público entró en calor con Tú sí sabes quererme, seguida del huapango de Mi tierra veracruzana y la mundialmente famosa Bamba.

Lafourcade cerró la mágica velada con un tercer cambio de outfit, reapareció con un vestido blanco al tobillo y al centro del teatro, desde donde interpretó Lo que construimos, Derecho de nacimiento y Hasta la raíz, la cual dedicó a su madre presente en el lugar y con la que hizo catarsis musical con sus entregados admiradores, para finalmente cerrar con Mascaritas de cristal.

Natalia agradeció la presencia de sus amigos, entre los que se encontraba la cantante Julieta Venegas, y después de 22 melodías agradeció al público el que la acompañaran en la cristalización de este concierto “chiquito” y acústico con el que había idealizado mucho tiempo esta Cancionera mexicana.

Sigue la gira. Natalia continuará lo que resta del año llevando Cancionera a más ciudades de México, Estados Unidos, Canadá y Europa.