
▲ Fotogramas de la película La rueda conoce mi nombre, protagonizada por María Lara y Fernando Álvarez Rebeil
Jorge Caballero
Periódico La Jornada
Martes 29 de abril de 2025, p. 7
Retrato de la Ciudad de México, uno de los centros del caos físico y mental, dos anónimos se cruzan ensimismados en su cotidianidad y existencia. Ella en movimiento, él en parálisis. Ambos viven en el pasado evadiendo el presente. Habitan el reino de los ciclos intentando liberarse del apego y el sufrimiento. Movimiento y parálisis se entrelazan en una ciudad atrapada en los ciclos de la existencia terrenal y recurrente. Y todo esto a ritmo del death metal omnipresente es lo que contiene la cinta La rueda conoce mi nombre, ópera prima del director Claudio Zilleruelo Acra, que llega a la salas de cine el viernes.
En entrevista con La Jornada, Zilleruelo mencionó: Me acerco a esta película, primero permeando un poco el death metal en el cine. Y segundo, es que la película, aparte de mucho, es una observación personal de mis emociones de acuerdo con las cuestiones y los elementos externos que no muchas veces influyen en tu sentir, en tu presente, en tu forma de vivir, y a partir de ahí es donde empiezo a construir estos personajes que entran en una vorágine de sus propios sentimientos y se van consumiendo según su presente
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Claudio Zilleruelo agregó que este loop ontológico se da por la ruptura de la pareja: Que vemos en la película, que está implícita, pero que no sabemos desde dónde viene, cuándo o cómo pasó, incluso cómo se construyó esa relación, sino que ya vemos inmersos a esta pareja en una película de desamor, no de amor. Donde arranca la película ya tienen ese estado y después se da un desencuentro total. A partir de ahí se empieza a contar una historia que va y viene en distintos espacios. Va y viene en bucles, en ciclos y sobre todo desde la cotidianidad. Creo que me importa mucho hablar de la cotidianidad, así como de nuestro sentir, nuestro lugar en la vida, en el mundo, de nuestra existencia, justo allí es donde se conectan estos personajes, quienes dialogan con los espacios
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En el caso del protagonista, el entrevistado señala: “La construcción del espacio a través de elementos como el viento, el sol, las cortinas, lo que se va moviendo en relación con su estancamiento, que aparentemente él no se mueve físicamente, pero internamente sí está maquilando y moviéndose o tratando de moverse.
“Cuando muestro, con la cercanía de los planos, a los personajes –en el caso de la protagonista o los de la gente anónima–, pues intento acercarme a su diálogo interno; o sea, no me importa lo que decimos en las palabras que se lleva el viento, sino más bien lo que se queda en nuestro propio diálogo, donde podemos interiorizar y aprender de lo que nos está pasando y de lo que estamos viviendo para una reflexión mucho más profunda.”
Diálogo con la ciudad
El director también se refirió a la existencia del diálogo con la Ciudad de México: “Existe ese diálogo con el entorno: la ciudad; no porque sea evidente, sino porque son los momentos en los cuales el personaje siente estos vértices, o estos momentos en los que sientes ese vacío. Tú te vuelves a mirar desde otro ángulo, desde otra distancia, desde un punto de vista que viene mucho más atrás de ti, por eso constantemente se asoma, y esos pequeños actos le dan al protagonista un sentido a su vida.
Específicamente con la ciudad, esta relación de la calma y después la saturación, y este como atascamiento, estos embotellamientos, pues tienen que ver con el monstruo de la ciudad, es un gran personaje en la película: el monstruo que duerme por un momento, del que surgen personajes anómalos que, en este caso, la película no explora mucho, pero que ahí están y se sugieren, y después, este gran monstruo despierta y encuentra un funcionamiento casi perfecto en engranajes a nivel social, donde también empiezan estos embates, los impulsos de la cotidianidad. Donde te despiertas y el hormiguero, que empieza a explotar no a las 5:40 de la mañana, cuando todavía está vacía, sino a las 5:42 am, cuando la Ciudad de México y ese hormiguero explotan y todo el mundo empezamos a relacionarnos con nuestras propias dinámicas.
En la charla también participó el actor Fernando Álvarez Rebeil, coprotagoniza con María Lara. Álvarez apuntó: Esta cinta la filmamos hace ocho años. Al ver este registro es interesante hacer la siguiente comparación: como actor, no es lo mismo ver una película que hice hace ocho años que una obra de teatro grabada en el mismo lapso. Verme en esas situaciones, que quedaron registradas de una forma muy especial, porque era diferente de un guion humano convencional, donde conoces al personaje mediante los diálogos, de las cosas que dice, de la estructura narrativa, de cómo evoluciona, cómo va a hacer ese viaje; en cambio, aquí más bien era una cosa casi meditativa y de presencia, de estar inspeccionando a esta persona. Verme recostado pensando, viendo a través de una ventana, discutiendo con el personaje con una premisa que apenas nos acaban de decir un par de minutos antes, eso le da muchísima inmediatez y menos construcción, menos artificio y más amplificación, no sólo a los sentimientos, porque te das cuenta de que las pulsiones de hace ocho años de algunos jóvenes o de la sociedad, de los personajes, siguen siendo las mismas
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