Una de las preguntas que más entusiasma y aterra a la comunidad es qué pasará con nuestro universo en el final de los tiempos. Este interrogante volvió a ser objeto de debate científico tras una publicación que altera de forma drástica los cálculos sobre su desaparición definitiva de todo lo que conocemos. Una investigación llevada adelante por científicos de la Universidad de Radboud de Nijmegen ubicada en Países Bajos, sostienen que el proceso de desintegración del cosmos ocurrirá mucho antes de lo que se creía.
Anteriormente, los investigadores habían demostrado que no solo los agujeros negros pueden desaparecer mediante un proceso conocido como radiación de Hawking, sino también otros cuerpos densos, como las estrellas de neutrones. Tras esa publicación, surgieron numerosas preguntas en torno a la duración del fenómeno. La clave está en una reinterpretación de un concepto formulado en 1975 por el físico británico Stephen Hawking. Aquella teoría desafiaba una de las bases de la relatividad general al afirmar que los agujeros negros pueden perder masa y energía en forma de radiación.

Los científicos de Radboud expandieron esta teoría a otros objetos en el universo, calculando que el “tiempo de evaporación” depende de la densidad, lo que les permitió prever teóricamente la disolución de los cuerpos más longevos, como las enanas blancas. Ellos señalaron que plantear estas cuestiones y examinar casos extremos busca comprender mejor la teoría y, potencialmente, desentrañar el misterio de la radiación de Hawking. Residentes humanos no deben preocuparse demasiado por el fin del universo; a menos que logremos escapar de la Tierra, seremos historia mucho antes.
El fin del universo
Basados en esta teoría científica, científicos de la Universidad de Radboud, sostienen que todas las estrellas masivas del universo se apagarán dentro de 1 trillón de años. Eso es un uno seguido de 78 ceros. Parece mucho tiempo, pero es muchísimo menos de lo que habían calculado estimaciones anteriores, que determinaban que el final sería dentro de un uno seguido de 1.100 ceros.

Pero aunque este número sigue siendo inimaginablemente grande, representa un adelanto dramático respecto a las proyecciones anteriores, que extendían la vida del universo. La diferencia equivale, en cierto modo, a decir que el universo podría morir joven para los estándares de la eternidad.
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